(Narciso Ibañez Serrador, España, 1976)
Pocas cosas dan más miedo que niños malignos. Piénsenlo bien: tienen la gran ventaja de que nadie pensaría mal de ellos, lo cual les facilita cometer las atrocidades que quieran y conservar su imagen de inocencia intacta (como Dorian Grey). Esta película, que bien podría formar parte del maratón titulado "¿Segura quieres tener hijos?", es una joya del cine de terror.
La cinta da comienzo con una pantalla completamente oscura y una vocecita infantil canturreando algo. Luego se proyectan imágenes documentales en blanco y negro con sórdidos retratos de diversas guerras y revueltas civiles: la Segunda Guerra Mundial, la independencia de India, la guerra civil en Hong Kong, la guerra de Vietnam, el panorama de hambruna en Nigeria (particularmente en la infame Biafra, con sus niños raquíticos). Un narrador de noticiero habla sobre el papel de los niños como víctimas en todos estos conflictos. El poder perturbador de las secuencias en que se muestran cientos de cadáveres y cuerpos desnutridos es realmente impactante.
De esto vamos al contraste total: una playa de primer mundo donde los turistas acomodados disfrutan de sus "merecidas" vacaciones. La calma se ve interrumpida por un cadáver que aparece flotando. Su procedencia es desconocida, pero las heridas que le ocasionaron la muerte fueron ocasionadas por alguien monstruoso, inhumanamente cruel.
Atrapados por una horda de escuincles.
Entonces aparecen nuestros protagonistas: Tom y Evelyn, pareja británica que busca relajarse en la ciudad costera de Benavís. Desafortunadamente para ellos, el pueblo festeja una fiesta local y todo está a reventar. Evelyn tiene seis meses de embarazo, están esperando a su tercer hijo y buscan un ambiente pacífico. Así las cosas, deciden visitar la cercana isla de Almanzora, pues Tom la conoció años atrás. Al llegar a ésta, todo está prácticamente desierto. No hay más que niños en todas partes.
Como zombies, pero con caritas lindas.
Poco a poco empezamos a descubrir qué ocurrió. Algún suceso inexplicable convirtió a los pequeños en feroces asesinos. Pero lo peor del caso es que no se vuelven bestias, sino que siguen siendo criaturas de aspecto inocente que sólo parecen jugar (como cuando usan un cadáver como piñata, con una guadaña para pegarle). Es así que la pareja de turistas debe luchar por su vida, enfrentándose al dilema de "ellos o nosotros."
Chamacos precoces... y necrófilos.
El filme puede tener varios subtextos, desde una postura pro-elección en cuanto al tema del aborto hasta el simple temor a ser reemplazado por la siguiente generación, tal como seguramente lo experimentó el Cromagnón cuando apareció el hombre de Neanderthal. Con excelentes momentos que escandalizan pero dan lugar a la reflexión, esta maravillosa película está en la misma línea pesimista de Night of the Living Dead (George A. Romero, Estados Unidos, 1968) y Shivers (opera prima de David Cronenberg, Canadá, 1975).
Ternurita...
Hablando de Cronenberg, pude ver esta cinta española en la Cienteca Nacional como parte de un programa doble titulado Engendros del demonio. Pagando un solo boleto, pueden ver ¿Quién puede matar a un niño? seguida de Los engendros del diablo (The Brood, David Cronenberg, Canadá, 1979), una de las mejores películas que vi el año pasado. Yo no me pude quedar a ver las dos pero este sábado se repetirá el programa, así que no se lo pierdan.
Los "niños" diabólicos de The Brood.
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