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martes, 29 de noviembre de 2011

Masacre en Xoco


No hay mejor manera de pasar las fechas de Halloween y Día de muertos que viendo películas de horror. En la Cineteca Nacional lo saben, es por eso que organizaron una masacre en el pueblo de Xoco por segundo año consecutivo. En 2010, la masacre tuvo un inicio modesto, con dos películas y una charla cada día durante tres días, cerrando con un maratón de seis películas a lo largo del último día. Esta vez, la carnicería creció: a lo largo de tres tardes y un día completo, se proyectaron un total de quince películas, entre clásicos en formato 35 mm y estrenos internacionales. A continuación reseñaré brevemente las películas que pude ver (las que no reseño es porque ya las había visto en otra ocasión).


El primer día fue nombrado "La violencia entre nosotros", con tres filmes que retratan a gente común y corriente que por algún motivo u otro deben recurrir a la violencia. En Dios me lo ordenó (God told me to, Larry Cohen, Estados Unidos, 1976) se explora el fenómeno tan común en Estados Unidos en la década de los 70: los francotiradores y asesinos anónimos que se dedicaban a matar transeúntes al azar, muchas veces diciendo obedecer designios divinos. Fue la respuesta de Cohen al Superman de los comics, retratando a un alienígena que llega a la Tierra pero con no tan buenas intenciones.

 

Al día siguiente, se revisaron algunos "Clásicos del horror mexicano," comenzando con El espejo de la bruja (Chano Urueta, México, 1960). Al igual que en otra de sus películas, El barón del terror (México, 1962), la historia es buena pero tiene algunos huequitos y los efectos especiales van en detrimento del disfrute de la cinta. Y la época no es pretexto, hay cosas de décadas anteriores que logran crear efectos realistas en mayor medida. Una mujer es envenenada por su esposo para poder casarse con otra. Su madrina, una bruja, usa sus poderes para facilitar la venganza de su protegida. Con una secuencia inicial reminiscente de Häxan (Benjamin Christensen, Suecia-Dinamarca, 1922), la película empieza bien pero después se cae un poquito.


Siguió Misterios de ultratumba (Fernando Méndez, México, 1958), del mismo cineasta que dirigió El vampiro (México, 1957), la cual es más conocida pero, a mi parecer, menos lograda. La película trata sobre un pacto entre científicos, por medio del cual acuerdan que el primero en morir le comunicará al otro qué hay en el Más Allá. Introduciendo varios personajes más en una trama compleja desarrollada con buen ritmo y excelentes manejos, los sucesos se van desarrollando hasta que se cumple un destino funesto que había sido vaticinado al principio, demostrando que la arrogancia científica debe conocer sus límites.


La tercera función de la tarde fue Santo contra las lobas (Jaime Jimpenez Pons y Rubén Galindo, México, 1976). Tal vez el intento más serio por hacer una auténtica película de horror con el Enmascarado de Plata, su estética realista que casi raya en lo documental ayuda a crear una atmósfera verosímil que, sin embargo, no logra mantenerse hasta el final. Vamos, si vemos una película del Santo no podemos esperar gran credibilidad y el humor involuntario nunca está lejos. El ritmo pesado de la historia pudo más que yo y admito, no sin vergüenza, que me perdí del final.


La tercera jornada fue dedicada a "El terror ayer, hoy y siempre". El ayer fue representado por Tarantula (Jack Arnold, Estados Unidos, 1955), uno de esos clásicos de los años 50 que marcaron el subconsciente colectivo de la humanidad con criaturas gigantescas que, hasta la fecha, siguen populando la pantalla de plata. A pesar de sus limitaciones, los fotomontajes y efectos especiales están muy bien logrados y crean la verosimilitud necesaria para que la historia de un arácnido de proporciones brobdingnaguianas nos absorba (a menos, claro, que el espectador carezca del criterio suficiente para contextualizar el filme con su época).


El cine de hoy fue representado por El sanatorio (Miguel Gómez, Costa Rica, 2010), película que cuenta con el privilegio de ser la primera obra del género producida en su país. Comienza francamente mal, con un humor demasiado bobo y un abuso de la palabra "mae" (en un afán por demostrar que el lenguaje autóctono no alienaría a audiencias de otros países). Este falso documental sobre un sanatorio supuestamente embrujado cambia inadvertidamente de tono, dejando la parodia para volverse comedia bien hecha, con buenos chistes y ocurrencias bien manejadas. También ayuda la inclusión del atractivo de Mariana, personaje que hace de investigadora y que, con su nubilidad, logró convencerme de no abandonar la sala de cine. Una vez más cambia el tono de la cinta, de nuevo sin que se sienta forzado, al auténtico horror sobrenatural. A pesar de que la secuencia final es innecesaria, la película en su totalidad se salva y puedo decir que valió la pena verla. Y no sólo por la chica guapa.


El cuarto y último día de la masacre fue un maratón que revisó distintas propuestas del cine de género. Arrancó con Sobre-natural (The mist, Frank Darabont, Estados Unidos, 2007), adaptación cinematográfica de la novela homónima de Stephen King, de claras resonancias lovecraftianas. Bastante bien hecha, aunque en general no soy tan fan de ciertos elementos característicos de King. Me desagradan las posibles implicaciones del final y siento que la historia debería haber terminado varios minutos antes, pero de todas formas es recomendable.


Matar a un extraño (To kill a stranger, Juan López Moctezuma, México, 1982) es una cinta de culto a cargo de quien se dio a conocer con la controversial Alucarda (México, 1978). Alejándose del horror para explorar más bien el terror, nos presenta a Angélica María como una cantante italiana que decide reunirse con su marido en un país europeo no especificado, el cual está bajo el yugo de una brutal y represiva dictadura militar. Su coche rentado se accidenta en medio de la carretera y, en medio del camino, en un país extraño, sin hablar el idioma local, sin formas de comunicación (un recordatorio de que la gente no tenía celulares en alguna época), esta mujer recibe ayuda de un anciano. Pero éste, al llevarla a su hogar, demuestra no tener buenas intenciones. Un thriller implacable que obliga al espectador a preguntarse qué haría en una situación similar.


Dentro de la extensa filmografía de Tobe Hooper está Fuerza siniestra (Lifeforce, Gran Bretaña, 1985), que se niega a encasillarse en un sólo subgénero y rompe los límites entre ciencia ficción y horror. Plantea la existencia de una raza alienígena que dio origen al mito de los vampiros, quienes accidentalmente son traídos de vuelta a la Tierra y traen con ellos oleadas incontenibles de muerte. Con la impresionante presencia de Mathilda May -quien. por cierto, permanece desnuda durante casi todo su tiempo a cuadro-, la historia se desarrolla hasta alcanzar una victoria pírrica en nombre de la humanidad. O lo poco que queda de ella al final.


Otro estreno fue Sudor frío (Adrián García Bogliano, Argentina, 2010), película que no fue de mi agrado. Con un par de villanos que podrían dar para mucho más, los reduce a un par de viejos cascarrabias que desde chicos fueron sádicos y, al terminar su reino del terror como agentes del gobierno, decidieron torturar a la juventud para castigarla por su supuesta ignorancia. Retratando el choque generacional como algo vanal, abusando del diseño de audio para crear el efecto deseado en el público, recurriendo a excesos innecesarios y a desnudez gratuita (aunque de esa no me quejo tanto), me pareció francamente insufrible.


La última película que vi del maratón fue Masacre en el infierno (The Texas Chainsaw Massacre 2, Tobe Hooper, Estados Unidos, 1986), la cual se aleja muchísimo del tono de la primera entrega en esa saga (reseñada aquí). De por sí no me gusta mucho que digamos la original, esta secuela me pareció peor pues se reduce a secuencias en que una chica guapa corre gritando a todo pulmón, perseguida por un maniático con sierra eléctrica. Sí, eso me pareció un acierto en la primera película pues creó un cliché, pero repetirlo es otra cosa. Según Wikipedia, Hooper asegura que el tono de humor negro también estaba presente en la película original, pero los espectadores no lo notaron por el contenido realista e impactante. Tal vez, pero definitivamente los niveles de sátira se vuelven absurdos y ridículos en esta secuela y me dejaron con un mal sabor de boca.

Noctambulante - 3er Aniversario


Pareciera que fue ayer cuando el Galerón cerró sus puertas y, a los pocos meses, se anunció el modesto principio de un nuevo proyecto de Pánico de Masas: el Noctambulante. Todo comenzó una noche, en el jardín de una casa vacía en Coyoacán. La concurrencia fue limitada, pero la programación fue satisfactoria. Con el paso de estos tres años, nuestro pequeño mosntruo ha crecido desmedidamente. Nunca me hubiera imaginado que en alguna ocasión se rebasarían los mil espectadores en un maratón. A finales del mes pasado festejaron su tercer aniversario, el cual fue presagiado por el siguiente promo, dirigido por mi querido Carlos Meléndez y con un cameo de quien escribe estas palabras:


Repitiendo una de las sedes utilizadas anteriormente, se dio cita al público noctámbulo en el Centro Cultural Carranza -cuyas áreas fueron rebautizadas en honor a Vincent Price, Dario Argento, Tom Savini y George A. Romero. Las festividades dieron inicio el viernes 28, con la presentación de la revista electrónica conmemorativa del evento, con textos sobre cine, horror y demás intereses del público frecuente. Denle click acá para leerlo y/o descargarlo.


El atasque de películas comenzó con Llámenme Mike (Alfredo Gurrola, México, 1979) y contamos con la presencia del director para presentarla. Miguelito es un policía que asume la culpa por evidencia -cocaína- "desaparecida" por su superior tras una redada. En la cárcel es atacado por otros presos y termina con heridas craneales graves. Al recuperar la consciencia, se redenomina Mike (léase como "maik") y cree estar inmerso en intrigas internacionales contra los comunistas. Pero al enfrentar sus amenazas imaginarias, devela la red de corrupción que -aún ahora- está presente en todos los niveles de las supuestas fuerzas del orden.


Lo que vi a continuación fue el estreno oficial de El huésped, primer capítulo de la serie social de horror Herida abierta. Carlos Meléndez es también quien está tras este proyecto, el cual se propone hacer historias de calidad que giren en torno al horror sobrenatural en capítulos autocontenidos que se difundirán por medio de las redes sociales. En esta primera entrega, Abel y Aurora empiezan a vivir juntos en una casa que están restaurando, pero él empieza a sentirse mal: se siente observado, escucha ruidos extraños y su cuerpo empieza a mostrar cambios sutiles pero inquietantes. Rindiendo homenaje tanto a David Cronenberg como a Horacio Quiroga, esta historia versa sobre transformaciones orgánicas como reflejo de cambios psicológicos.


Posteriormente vi Hisss (Jennifer Lynch, Estados Unidos-India, 2010), que es una cosa extraña y no sé si me gustó. La hija de David Lynch sin duda tiene una forma peculiar de hacer cine, o al menos de escoger sus proyectos. Me gustó mucho Vigilancia extrema (Surveillance, Estados Unidos, 2008) y me emocionaba el prospecto de ver ésta, su más reciente obra, pero me llevé una decepción. Realizada como una producción comercial de Bollywood, esta historia sobre la Nagin -una especie de diosa/cobra hindú que busca venganza al ser separada de su reptílea pareja- podría caber perfectamente en la programación de Cinema Golden Choice, con todo y sus efectos especiales no tan bien logrados. No soy especialista en cine hindú, pero sí creo que Lynch le imprime una mayor dosis de violencia y sangre en su aproximación.


Debido a un cambio en la programación, terminé viendo una que no planeaba ver. Guinea Pig 3: He never dies (Masayuki Kusumi, Japón, 1986) es la tercera entrega en esta serie, infame por lo detallado y realista de los efectos especiales usados para mostrar violencia y mutilaciones diversas. Nunca me habían llamado la atención, el morbo no es uno de mis principales motores, pero al menos esta película tiene un tono más bien ligero. Un joven se encierra en casa para intentar suicidarse, pero al contarse y no sentir dolor sigue cortando y cortando hasta darse cuenta de que, como dice el título, no puede morir. Entonces decide utilizar esta dudosa ventaja para "torturar" a otros haciéndoles presenciar su automutilación.


La siguiente función la ocupó Dellamorte dellamore (Michele Soavi, Italia-Francia-Alemania, 1994), también conocida como Mi novia es un zombie o Cemetery man. Esta delirante película mezcla horror, comedia y erotismo de buena manera, contando la historia de un guardián de cementerio que se encarga de mantener a los muertos en sus tumbas cuando éstos regresan. Enamorándose de una viuda, su vida cambia drásticamente con la llegada de distintas variaciones de la misma mujer. Como me quedé dormido en una parte aparentemente importante de la cinta, no sé bien cómo interpretarla. No obstante, me gustó mucho y me parece muy buena, sin duda volveré a verla.


La última función de esta primera jornada fue Hobo with a shotgun (Jason Eisener, Canadá, 2011). Al igual que Machete (Robert Rodriguez & Ethan Maniquis, Estados Unidos, 2010), el origen de esta película fue el trailer "de a mentiras" que se hizo para Grindhouse (Quentin Tarantino & Robert Rodriguez, Estados Unidos, 2007) para después verse expandido a una obra completa. Similarmente, recurre a un guión al más puro estilo de las producciones de bajo presupuesto, a la violencia extrema y a los discursos improbables. Es divertida, ingenua y maniquea, aunque prefiero el idealismo moral que la ambiguedad sociopática que, por ejemplo, podemos ver en Super (James Gunn, Estados Unidos, 2010).


Pero aquí no acaba la cosa. Al día siguiente hubo más actividades, comenzando con pláticas a las cuales, lamentablemente, no pude asistir. También hubo más festín fílmico, comenzando con In the mouth of madness (John Carpenter, Estados Unidos, 1995). Quizá la más lovecraftiana de las obras de este director, incluso el título hace referencia a dos de las principales obras de Lovecraft, jugando con Innsmouth y las montañas de la locura. Un investigador para una compañía aseguradora analiza los casos alrededor de la supuesta desaparición de un prolífico autor de novelas de horror cósmico, develando un oscuro secreto que surgió como un engaño pero al poco tiempo se convirtió en realidad, amenazando a toda la existencia. Cada vez me gusta más y más este director, tengo ganas de revisar su filmografía completa.


The comedy of terrors (Jacques Tourneur, Estados Unidos, 1964) es una divertida comedia negra sobre un enterrador (Vincent Price) que intenta matar a su suegro (Boris Karloff) para quedarse con el negocio. Como de por sí las ventas no van bien, se dedica a matar gente adinerada para después enterrarlos, ayudado por su reticente secuaz (Peter Lorre) -quien en secreto está enamorado de la esposa de su patrón. Una serie de complicaciones macabras llevan a un desenlace por demás hilarante, si bien un tanto siniestro. Como dato adicional que puede ser de interés, es la penúltima cinta de Tourneur, pionero del cine de serie b.


Desde hace tiempo tenía ganas de ver La noche del terror ciego (Amando de Ossorio, España, 1971), concretamente desde que leí El horror en el cine y en la literatura, de Norma Lazo. También el director español César del Álamo la mencionó como una película de horror indispensable en la filmografía del género en su país. Con elementos que no pueden faltar en una buena película de horror (al menos en mi opinión), mujeres hermosas con poca ropa y tendencias bicuriosas, la historia es meramente un pretexto para mostrar caballeros templarios zombies. Obviamente tiene muchas deficiencias, pero no me decepcionó en lo más mínimo.


Por fin se me hizo ver la más reciente película de George A. Romero, Survival of the dead (Estados Unidos, 2009). Con algunos personajes de su cinta anterior, Diary of the dead (Estados Unidos-Canadá, 2007), Romero continúa con su reboot de la serie que le dio fama. Al igual que en el comic The walking dead, se nos presenta a grupos aislados de sobrevivientes tras el holocausto zombie que enfrentan a los redivios día a día, así como unos a otros. Como en todas las buenas historias de zombies, lo importante es lo que hace la gente en circunstancias extremas, no tanto el hecho de que los muertos se nieguen a permanecer muertos y que tengan un apetito insaciable. Romero nos demuestra que aún tiene el toque que lo convirtió en el rey de los zombies (figurativamente, claro) introduciendo elementos nuevos que mantienen fresca la franquicia en particular y el subgénero de muertos vivientes en general.


Aquí me toca poner una queja a los organizadores: tenía planeado ver Room 205 (Martin Barnewitz, Dinamarca, 2007) pero, debido a que les valieron los horarios y adelantaron su proyección, cuando llegué al área en que estaba ya llevaba veinte minutos de empezada. Y me niego a ver una película empezada. Molesto, no tuve más que dirigirme a otra área donde volví a ver Elukka (Tatu Pohjavirta, Finlandia, 2005), la cual ya antes había revisado en este blog. También pasaron Freaks (Tod Browning, Estados Unidos, 1932), la cual he visto muchas veces y, aunque me sigue pareciendo excelente, ya me la sé de memoria. Entonces decidí dormir un poco. También reseñé esta cinta con anterioridad, cuando estuvo en otro Noctambulante.


Y así terminaron los festejos, con mucho cansancio pero gran satisfacción. Supongo que todo el público que sigue fielmente al proyecto está ansioso por ver qué sigue, así como para seguir apoyando iniciativas como las playeras de colección Serie B, la renovación de la página de internet del colectivo y sus nuevas secciones (incluyendo una escrita por su servidor) y lo que sea que se les ocurra a continuación. Como quien dice, esto no se acaba con un FIN sino con un CONTINUARÁ...

Actividad paranormal 3


(Henry Joost & Ariel Schulman, Estados Unidos, 2011)

La primera (Oren Peli, Estados Unidos, 2007) me pareció bastante buena. Tiene el acierto de saber que da más miedo aquello que no podemos ver y logra hacer de una residencia suburbana común y corriente un lugar terrorífico. La segunda (Tod Williams, Estados Unidos, 2010) todavía está bien. El aumento en presupuesto solamente lleva a los realizadores a meter más personajes y más cámaras, pero conserva la sutileza de su predecesora. Explica un poco las cosas, pero mantiene el misterio. Hasta hubo una secuela japonesa no oficial, pero esa no la quise ver. Ahora, en la tercera entrega, ya desgastaron la fórmula. Muestran demasiado, abusan del diseño de audio estridente, no manejan bien el ritmo y explican más de lo prudente -cayendo en errores lógicos al tratar de justificar las cosas-. ¿Cultos satánicos que conservan evidencia de sus rituales en video para que, décadas después, un demonio la desaparezca? Por favor.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Primeras partes (casi) siempre fueron buenas


El pasado mes de octubre, como es costumbre, la Neurobunch y allegados nos reunimos en la afamada KGB para llevar a cabo nuestro maratón casero de cine. Esta vez decidimos revisitar aquellas primeras partes de sagas que poco a poco fueron desvirtuándose o mutando hasta convertirse en algo que casi nada tiene que ver con sus orígenes.


Antes de arrancar, tuvimos una pequeña función especial. Nuestro querido Carlos Meléndez, director estrella, proyectó para nuestro beneficio el primer capítulo de la serie Herida abierta, titulado El huésped. Pudimos disfrutar de dicho trabajo antes que nadie, pero lo reseñaré con mayor detenimiento cuando hable de su proyección dentro de Noctambulante.


Ya entrados en gastos, vimos otro trabajo de Carlos: Foco rojo. Este cortometraje fue realizado como parte del 48 hour film project México, el cual reunió a catorce grupos de participantes y, sorteando géneros, dio ciertos lineamientos para realizar filmes de máximo siete minutos. Cabe mencionar que el resultado de los esfuerzos de Mr. Blue (la productora de Carlos) fue merecedor del premio del público, entre otros. Sigan esta liga si quieren verlo ustedes mismos.


Para entrar en materia con el tema del maratón, arrancamos con Viernes 13 (Friday 13th, Sean S. Cunningham, Estados Unidos, 1980). Como con casi todas las slasher films, es interesante ver la postura moralista que condena el sexo entre adolescentes. Debido a un descuido de jóvenes consumidos por la calentura de sus hormonas, un jovencito murió ahogado. Desde entonces, una presencia vengativa se dedica a exterminar a quienes dan rienda suelta a sus pasiones carnales. Y a los que no también. Curiosamente, esta primera entrega no recurre a elementos sobrenaturales y forma parte más bien del género de terror, el cual fue abandonado por el horror desde la segunda parte.


Luego tocó su turno a Pesadilla en la calle del infierno (A nightmare on Elm street, Wes Craven, Estados Unidos, 1984), la cual cuenta con la primera actuación de un Johnny Depp muy chavito. La primera vez que vi este filme, el año pasado, tenía tanto sueño que me sentía como los personajes, pensando "no te quedes dormido, no te quedes dormido." Esta vez pude disfrutar mucho más de la magia de Craven, el cual se ha convertido en principal portavoz del subgénero slasher desde hace varios años. De nuevo son adolescentes calenturientos quienes se ven acosados, pero esta vez la amenaza es de origen sobrenatural y busca vengar un crimen de los padres al invadir el espacio onírico de sus víctimas. Lo mejor de la película es el planteamiento de que un sueño nunca es sólo eso.


Continuamos con The Texas Chain Saw Massacre (Tobe Hooper, Estados Unidos, 1974), quizá la primera película en la cual un demente armado con una sierra eléctrica corretea a una chica que grita desaforada a través de un bosque. "Inspirada" en el caso real de Ed Gain, lo impactante de este filme es su nivel de realismo casi documental, el cual convenció a muchos espectadores en su época de que estaban presenciando algo verídico. Si bien no me encanta pues considero que le falta historia -se limita a presentar a un grupo de personajes que nunca se desarrollan y mueren rápida y brutalmente-, su importancia histórica es innegable.


Para terminar, vimos la primera de Chucky, el muñeco diabólico (Child's play, Tom Holland, Estados Unidos, 1988). Ignoro si ese era su título en español, pero así es como todos la conocemos. Holland, de quien también conozco Fright Night (Estados Unidos, 1985), hace un excelente trabajo experimentando con una cámara en primera persona desde la perspectiva del diminuto asesino. Un criminal de la peor calaña es herido mortalmente y, para preservarse, transfiere su esencia a un muñeco. Posteriormente, intentará hacerse con un cuerpo nuevo, eligiendo al niño que dichoso recibió al malhabido juguete como obsequio. En general, las siguientes dos secuelas me parecían bastante buenas también, pero esta primera parte es excelente y autocontenida. Me recordó esas tardes cuando la pasaban en el canal 5 y no podía evitar quedarme pegado al televisor.

Detrás de las paredes

(Jim Sheridan, Estados Unidos, 2011)

Tomada de pelo que, contada en orden cronológico, pierde todo el chiste. Para demostrarlo, ahí les va el spoiler (léanlo bajo su propio riesgo): un asesino de poca monta es contratado para matar a la ex esposa de un tipo adinerado, por equivocación entra en la casa de los vecinos y mata a la mujer incorrecta. El marido de la occisa llega tarde para salvarla, recibe un golpe en la cabeza y queda confundido. El malhechor huye y el viudo es culpado por las muertes de su esposa e hija. Para sobreponerse, crea una personalidad alterna y sale del manicomio para regresar a la casa en ruinas de su pasado, pero él la ve entera y resplandeciente. Los hechos se le van revelando hasta que duda de su cordura. El asesino y aquel que lo contrató vuelven para completar su trabajo, matando a la vecina y culpando nuevamente al desafortunado protagonista -quien ahora tiene fama de loco-. Lo que parece ser el espíritu de la difunta interviene para salvar el día. En resumidas cuentas, vueltas de tuerca forzadas, explicaciones excesivas e indesición por el género: nunca supe si en realidad había presencias sobrenaturales o si sólo se trataba de alucinaciones. Tache.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Apollo 18

(Gonzalo López Gallego, Estados Unidos, 2011)

Tomada de pelo que podría definirse como "La bruja de Blair y Actividad paranormal en el espacio." Subiéndose al tren del éxito gozado por Paranormal activity (Oren Peli, Estados Unidos, 2007), este filme explora la premisa de que la misión Apollo 18 no fue cancelada, sino que se llevó a cabo pero lo que descubrió se mantuvo en secreto por ser tan terrible: piedras que se mueven y atacan. Comienza con mucha seriedad, pero conforme avanza se les olvida que se supone se trata de pietaje auténtico y recurre a efectos demasiado retocados y a ángulos muy estéticos. Una auténtica pérdida de tiempo que sólo intenta capitalizar una tendencia de moda.

martes, 25 de octubre de 2011

El diablo me obligó


Si hemos de creerle al texto al final de la novela, este libro -que recién vio la luz este año dentro del sello Suma de Letras, de la editorial Santillana- surgió de manera similar al Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) de Mary Shelley y El vampiro (1819) de John William Polidori. Tras una noche en Monterrey, en la cual tuvo lugar una charla sobre cazadores de demonios, Edgar Clement, Francisco Ruiz Velasco y el autor de la novela aquí reseñada, Francisco G. Haghenbeck, se propusieron escribir sus propias versiones del mismo tema. Haghenbeck ya antes había utilizado algunos de estos conceptos en el comic Crimson, del sello Cliffhanger y posteriormente de Wildstorm, que fue publicado a finales de los años 90. Clement los incorporó en sus novelas gráficas Operación Bolívar (Editorial Palneta, 1995) y Kerubim (Caligrama, 2007). Se supone que Ruiz Velasco está trabajando en un largometraje inspirado en las mismas ideas.

Elvis Infante, un chicano bastante entrañable, es un diablero: se dedica a capturar ángeles y demonios para su posterior venta a diversos interesados que los emplean para muchas cosas, que van desde la elaboración de drogas y bebidas alcohólicas (el infame chínguere) hasta su esclavización y uso en círculos de peleas clandestinas y apuestas estratosféricas. A él se unen el padre Benjamín -un sacerdote sin fe y con mucha suerte con las mujeres-, la Curlys -una prostituta que "vende" su cuerpo para ser poseída por demonios que son subsecuentemente capturados-, el capitán Potocky -un militar de ascendencia polaca que introduce a Infante a su verdadera vocación-, Trou Macaq -un negro del bayou con falso acento y más falsas lealtades- y muchos otros personajes igual de pintorescos en una historia de conspiraciones y realidades ocultas. Utilizando artículos ficticios, noticias y correspondencia entre altos mandos se construye una realidad parecida a la nuestra, pero mucho más siniestra.

Como ya antes ha hecho en otras de sus obras, Haghenbeck nos presenta un desarrollo que no es estrictamente cronológico, empezando en el presente para ir saltando hacia atrás y adelante, construyendo dos narrativas principales: una de hace un año en Los Ángeles y otra de cinco años atrás en las cuevas de Afganistán. A pesar de que dichos saltos temporales no crean confusión, tampoco aportan gran cosa a la trama, pues la información revelada en posteriores entregas de una línea temporal no afecta de ninguna manera a las otras. De igual manera, siento que me quedó a deber pues esperaba un desenlace en el cual convergieran las tramas pero cada cual tiene su conclusión por separado. Lo cual no es malo, pero siento que tenía potencial para más. También siento que el final deja demasiados cabos sin atar, deja las puertas muy abiertas como para una serie de secuelas. Eso me gustaría, pero hubiera preferido una obra autocontenida en sí misma. Otra queja es la muy deficiente edición, con muchos acentos que sobran o faltan y nombres que van perdiendo o ganando letras, como Von Raylond, que se vuelve Von Rayond e incluso en algunos pasajes llega a ser Von Rayon. Si bien esto no es defecto de la historia, este tipo de fallas rompen la magia de la narrativa al sacar al lector del trance.

Con una clara influencia de Clive Barker (de la cual me percaté), un humor reminiscente a Robert Rodríguez y un gusto por las historias de Alan Moore (los cuales no hubiera notado de no ser por la nota del autor), este libro tiene pasajes de auténtico horror y es bastante divertido, con varios personajes memorables y un ritmo ligero que facilita su lectura. Pero me siguen gustando más las novelas históricas de Haghenbeck, como El código nazi (Editorial Planeta, 2008) y, mi favorita, Trago amargo (Editorial Planeta, 2006).

Para no perder la costumbre, transcribiré mis fragmentos favoritos de la obra:

     -Sólo son criaturas, como los dinosaurios. Existieron y funcionaron. Nosotros los humanos los adorábamos por no comprenderlos, como hacíamos con la tormenta o con un volcán. Los olvidamos y se convirtieron en adversarios de los cristianos -explicó el capitán sin dejar si sonrisa. Continuó su monólogo mientras guardaba algunos libros-: Debes entender algo, cabo Infante, este mundo ya no es el mismo que creó Dios. Ya no necesitamos ni ángeles, ni demonios. Son piezas de decoración obsoletas. ¿Quién se preocupa porque los atrapemos? ¿Qué persona se inquieta por los muebles usados?

     -Si lo vas a hacer, hazlo bien, Infante. Recuerda que el mundo está lleno de demonios traicioneros y mujeres dolidas.

Pero era demasiado simple. Las cosas oscuras nunca son así, sino complicadas como la forma de pensar de una mujer, como las sospechas de una amante, como las envidias de una niña. El destino era femenino, por lo tanto, incomprensible.

El padre Benjamín salió de la mansión Von Rayond. Iba arrastrando las piernas. Se percibía vencido, apaleado por cada mala decisión tomada en su vida. Se sentó en las escaleras y comenzó a llorar. Las lágrimas fácilmente brotaron de sus ojos. No eran las muertes, ni la locura que dejaba atrás. Ésa ya estaba en sus venas nadando sin tapujos para nunca más dejarlo. Lo que más le dolía era que Schmitz se había ido creyendo que realmente él era un exorcista, que su cliente era un paranoico y debería agradecerle el haber salvado a su hijo. Lloró porque comprobó que el pecado sí paga, que los pecadores pueden salirse con la suya y ser perdonados por el destino. No había razones para continuar profesando una de en la que Dios era condescendiente con sus feligreses, e inclusive hasta cómplice de éstos.

     -¿Por qué renunció?
     -Porque me di cuenta de que la maldad humana no se ve. Está en nosotros como un órgano. Igual que el corazón o los pulmones. Los viejos dicen que no se puede engañar al Diablo, pero es mentira. Al que no se puede engañar es a Dios -comenzó a narrar bajándose de la comodidad del asiento. Se plantó junto al cabo Infante, Le sacó de su bolsillo un cigarro y lo prendió. Dejó que el tabaco se tornara en color atardecer-. Dios dejó libre a Satanás pues supuestamente iba a tentar a la humanidad. Sería el gran juego: Dios contra el Diablo. Pero lo que nadie sabía es que poseía el partido amañado. Había comprado desde mucho antes a los jugadores, a los hombres: cuando creó a la humanidad, le otorgó maldad, mucha, inclusive mayor que la del Diablo. Volvió así inservibles a los demonios que los tentarían, incluso a los ángeles que pregonarían su bondad. Con el pretexto del libre albedrío, se cargó todas las instituciones espirituales. Dios fue el primer anarquista de la historia.

lunes, 10 de octubre de 2011

Blackest Night


Lo que sea de cada quien, DC Comics sabe cómo hacer eventos de escala cósmica. Justo el otro día estaba recordando lo decepcionante que me resultó Civil War de Marvel Comics: su escritor, Mark Millar, se caracteriza por recurrir al shock value y esa miniserie no es la excepción. La premisa es buena, pero nada original: Squadron Supreme la revisó antes que nadie, Watchmen la llevó a su conclusión lógica, vamos, hasta Los Increíbles (The Incredibles, Brad Bird, 2004) hicieron la versión para toda la familia. ¡Spider-Man revela su identidad secreta! Sólo hasta que hace un pacto con el diablo para corregirlo. ¡Thor regresa de la muerte! Momento, es sólo un clon. ¡Mataron a Black Goliath! ¿Quién diablos era Black Goliath? ¡Los Fantastic Four se separan! (otra vez) ¡Iron Man toma decisiones dudosas! Por favor, solía ser alcohólico. ¡Arrestan a Captain America! Pero luego luego lo "matan" en su propia serie. En resumidas cuentas, puro espectáculo y nada de relleno. Por otra parte, al año siguiente, DC lanzó Final Crisis de Grant Morrison, la cual abre con la muerte de Martian Manhunter (un personaje verdaderamente relevante), en lugar de matar a otro Flash trae de regreso a Barry Allen, los malos ganan, Wonder Woman es convertida en una mujer-perro al servicio de Apokolips y Batman rompe su regla de no usar armas de fuego para luego ser víctima de la Sanción Omega.


Pero esta reseña es sobre la noche más oscura, quizás uno de los eventos más esperados en mucho tiempo dada la monumental expectativa que generaron a su alrededor. Desde el final de Sinestro Corps War se sembró la semilla, con los restos del Anti-Monitor viéndose capturados en el interior de una gigantesca batería de poder negra y con miles de anillos negros en busca de anfitriones. Durante el transcurso de los dos años siguientes se fueron desarrollando poco a poco los elementos de esta historia, sobretodo lo de la guerra de la luz entre las diversas facciones del espectro emocional. Finalmente los anillos negros entran en acción, reanimando cadáveres de héroes caídos, villanos fenecidos y amigos y familiares por igual. Al más puro estilo de una película de zombies, estos Linternas Negras atacan a superhéroes y civiles para sacarles el corazón y alimentar la batería de poder, acumulando energías para un fin y un amo misteriosos. Y, como era de esperarse, todo aquel que cae víctima de los redivivos es poseído por otro anillo negro, engrosando las filas enemigas.


La historia principal ocurre en la miniserie titular y en el título de Green Lantern, pero no se limita a estos. Todo comienza con Blackest Night: Tales of the Corps, en donde se nos narran historias de algunos miembros en las filas de los ejércitos combatientes en la guerra de la luz. De este modo nos familiarizamos con los conceptos y algunos protagonistas de la acción venidera. La recopilación también incluye dos números de Adventure Comics, en los que Superboy-Prime se enfrenta a los Linternas Negras cuya muerte ocasionó. Y a Alexander Luthor de Tierra-3 vuelto del más allá. Como siempre con este personaje metaficticio, la historia es más bien fastidiosa como él mismo.


En Green Lantern Corps vemos el ataque de todos los Linternas Verdes (ahora Negras) a la batería de poder, como parte de su plan de devorar los distintos espectros de la luz para sumir al universo nuevamente en oscuridad total. Se revela, al igual que en otros títulos, que quienes revivieron fueron "elegidos" por tener un lazo emocional con aquellos a los que combaten y cuyos corazones, rebosantes de emociones, quieren consumir. También se expone que la forma de derrotar a estas criaturas es mezclando dos distintas formas de la luz, forzando a quienes otrora fueran enemigos a una alianza por la supervivencia mutua.


Además de estas series, también hay varias miniseries revisando el involucramiento de algunos personajes en la saga. Blackest Night: Batman nos muestra al relativamente nuevo portador del manto del murciélago -Dick Grayson-, acompañado de su Robin -Damian Wayne- y el ahora llamado Red Robin -Tim Drake-, luchando contra los cadáveres de los padres de estos huérfanos y varios bati-enemigos muertos a lo largo del tiempo. Deadman los ayuda a encontrar una forma de darles la vuelta. En Blackest Night: Superman, Clark Kent visita a Superboy en Smallville sólo para hacer frente a Superman y Lois Lane de Tierra-2 junto al Psycho-Pirate. Blackest Night: Titans nos muestra el regreso de algunos Teen Titans caídos en batalla, incluyendo a la infame traidora, Terra. Simultáneamente, las nuevas Hawk y Dove se enfrentan al Hawk original, descubriendo que Dove está unida a una luz blanca que repele y destruye a los Linternas Negras.


La miniserie Blackest Night: Flash es protagonizada por Barry Allen, quien apenas está ajustándose al mundo tras haber regresado de la Speed Force (por no decirle muerte) y todavía no sabe bien a bien quiénes están vivos y quienes muertos. Una subtrama nos presenta a los rogues, haciéndole frente a sus propios muertos. Algunas de las historias llegan a ser repetitivas: se nos cuenta quiénes regresan de la muerte, los héroes descubren cómo hacerles frente y desarrollan una forma de destriur a los Black Lanterns. Blackest Night: JSA es un ejemplo de esto. En cambio, Blackest Night: Wonder Woman desarrolla su historia a la par que el evento principal, con la protagonista yendo de combatir a Max Lord a volverse una Black Lantern ella misma, para terminar como una Star Sapphire de reserva. Mi parte favorita es la segunda, en la que vemos la voluntad de Diana Prince sometida a la voracidad del anillo negro.


Pero los muertos no fueron los únicos que regresaron en esta aventura: varios títulos cancelados de DC tuvieron un número más en su continuidad, mostrando cómo ciertos personajes del Universo DC se vieron afectados por esta noche tan oscura. Algunos están más inmiscuidos en la historia principal, como The Atom and Hawkman -en la que Ray Palmer, como miembro de la Tribu Indigo, se enfrenta a su difunta esposa una vez más-, Green Arrow (el cual no es parte de los títulos "resucitados" pero sí un one-shot importante) -donde un Oliver Queen lucha contra el anillo negro que tomó posesión de él, haciendo un uso muy interesante del arte para reflejar la perspectiva de la mente dentro del zombie- y The Phantom Stranger -que nos promete un papel relevante del cuerpo de Deadman en cual nunca se resuelve, habremos de ver si en Brightest Day atan este cabo suelto-.


Otros de estos capítulos sueltos son menos relevantes y padecen de la repetitividad ya mencionada, en particular el de Catwoman. The power of Shazam! nos brinda una historia un tanto diferente, pues el Osiris Linterna Negra es relativamente inmune al influjo de la sortija debido al origen mágico de sus poderes. The Question y Starman continúan historias propias a sus personajes, un tanto oscuras para quienes no estamos familiarizados con ellos. Y Weird Western Tales es más weird que western.


Pero aquí no acaba la cosa, algunos títulos del Universo DC también dedicaron un par de números a reflejar los efectos de esta noche sin luz en las vidas de algunos personajes. Booster Gold se enfrenta a su fallecido amigo Ted Kord -Blue Beetle-, cuya muerte aún resuena y duele. Doom Patrol tiene muchos más muertos que los que vinieron a importunarlos, y la historia se queda muy a medias. Justice League of America tiene a un muy golpeado y reducido equipo haciendo frente como puede a sus antiguos compañeros de la oscura Justice League Detroit, incluyendo un superhéroe chicano (que está mejor muerto). Adicionalmente, quiero agregar que ya no tolero el arte de Mark Bagley: hubo un tiempo en que lo amé (cuando dibujaba Amazing Spider-Man), pero ahora lo detesto. Outsiders continúa la historia de Terra tras su visita a Titans Tower, pero otros muertos acosan al resto de este equipo. Uno de mis títulos favoritos fue R.E.B.E.L.S. Y no es por el manejo particular que se dé al evento, ni por la historia que viene de números previos y que continúa en números posteriores, es simplemente porque está MUY bien escrita, fluida y cautivante de principio a fin aunque uno desconozca a los personajes (y acompañada de buen arte). Uno de los comics "resucitados" fue Suicide Squad, pero no lo mencioné en el párrafo anterior pues su historia continúa en Secret Six. También disfruté enormemente de esta historia con villanos llevando a cabo operaciones sucias. Superman/Batman, a cargo de Scott Kolins, continúa la historia presentada en un preludio en Solomon Grundy, con el eterno zombie regresando como un Black Lantern para importunar a Man-bat y a Bizarro, figuras de por sí trágicas. Por último, Teen Titans nos trae la torcida historia familiar de Deathstroke y Ravager, rayando en lo melodramático pero conservando el buen gusto.


En general, la mayoría de los comics aquí reseñados cuentan buenas historias. Al mostrar a quien orquestó semejante ataque contra la vida como la conocemos, también se explicó de manera bastante convincente cómo es que muchos superhéroes han regresado de la muerte. Resulta que todo era parte de un plan malévolo, y no sólo de los editores para quitarles su dinero a los fanboys. Como resultado tras la conclusión de la serie, se supone que ahora sí ya nadie puede revivir. A ver cuánto les dura la intención, que ya en alguna ocasión Marvel dijo lo mismo y sólo bastó que cambiaran de presidente para regresar a sus políticas antiguas.


Quizás esta reseña no es muy completa: no analizo a detalle las historias ni tampoco abordo a profundidad la labor de los artistas. Pero es difícil hablar de una saga tan larga, con tantos colaboradores, haciéndole justicia a cada uno y sin revelar demasiado de la trama para no arruinar las sorpresas. Espero que más bien les sirva para despertar su interés por al menos parte de las historias que leí, para que puedan dirigir sus lecturas y encaminarlas a lo que llame más su atención.

jueves, 29 de septiembre de 2011

No temas a la oscuridad (ayer y hoy)

(John Newland, Estados Unidos, 1973/Troy Nixey, Estados Unidos, 2011)

El pasado domingo, los miembros de la Neurobunch nos reunimos para hacer nuestro propio programa doble de cine: vimos la versión original de esta película en DVD para después ir al cine a ver el remake. Como todos somos seguidores acérrimos de todo lo que haga Guillermo del Toro (sí, todos), queríamos ver la versión de los 70 para saber qué llevó a Memo a coescribir y producir la nueva.

Este gato de los créditos iniciales ni siquiera viene al caso...

La primera película ya tiene status de culto y no es por nada: cuenta la historia de una mujer que se muda con su marido a la antigua casa de sus abuelos, donde inadvertida e imprudentemente libera unas presencias malignas que no descansarán hasta acabar con ella. No obstante, tiene sus fallas. Las criaturas no pasan de ser una amenaza menor y demasiado contenida, además de ser sólo tres. Una vez que aparecen a cuadro se pierde el encanto, la verdad no han envejecido nada bien. Incluso hay graves errores de producción, con escenas de noche filmadas a plena luz del sol. Interesante como curiosidad, pero definitivamente no tan memorable como era de esperarse.

Como que tres monstuitos no daban tanto miedo... ¿qué tal cientos de ellos?

En cambio, el remake... Es un claro ejemplo de por qué se deben hacer remakes y cómo. Respeta profundamente todos los elementos del material fuente sin necesidad de copiarlos cuadro por cuadro. Y más allá de solamente acercarla a nuevas generaciones, corrige y aumenta la historia, dándole más cuerpo, más "carnita." Se explican y justifican a la perfección los aparentes huecos narrativos. Se rinde homenaje explícito a Arthur Machen, así como otros de manera velada a otros muchos autores de la literatura de horror: Algernon Blackwood, H. P. Lovecraft, Edgar Allan Poe y Peter Straub.

Y también el aspecto de las "hadas" es más temible ahora.

Las criaturas se vuelven una amenaza real, tanto en número como en peligrosidad. Además, se les inscribe firmemente dentro de la corriente en la cual las hadas son auténticos monstruos y no los seres inofensivos en los cuales se han convertido dentro del imaginario colectivo, al igual que en la obra de Neil Gaiman y en otra obra de del Toro, El laberinto del fauno (México-España, 2006). Hablando de Gaiman, varios elementos me recordaron a Coraline: la casa "nueva" con la "puerta" misteriosa, la niña que debe valerse por sí misma al enfrentar la oscuridad fantástica.

La misteriosa puerta tras la cual acecha el horror.

Entre las adiciones, se decidió de manera bastante acertada hacer a la protagonista una niña, cambiando la "obstinación femenina" que desencadena el problema en la original (mostrada bajo una luz un tanto misógina) por una auténtica curiosidad infantil que responde a necesidades afectivas. Para actualizar la trama no hace falta poner elementos sórdidos o extremos, basta con introducir una familia dividida, una búsqueda profesional comprensible y las dificultades de criar niños hoy en día, en particular si son ajenos.

Katie Holmes, engalanando la pantalla.

Gran tensión -dramática y hasta física-, buenos sustos que hasta lo hacen brincar a uno, un gran guión -se nota la mano de Memo en el mismo-, buenos efectos visuales y actuaciones sólidas hacen de esta cinta quizás una de las mejores del año, indispensable verla.