Brian Wood es uno de mis escritores favoritos. Bueno, a veces. Cuando leí Demo me encantó y decidí buscar más cosas escritas por él, no todas igual de buenas. Fue así que llegué a Northlanders, título del cual había escuchado mucho. En esencia, es un comic de vikingos. Algo que me resulta interesante y que diferencia a esta serie de otras es que no cuenta con protagonistas regulares. La serie está planeada como una sucesión de historias (que serán compiladas en trades) retratando las historias de varios personajes a través de la Época Vikinga, basándose en eventos históricos reales. Mezclando ficción histórica, acción de espadazos y drama, Wood se propone hacer un comic que le haga justicia a los vikingos.
Porción de la portada variante al número 2, a cargo de Andy Kubert.
Y lo logra, con ciertas reservas. La forma de escribir característica de Wood resalta el "modernismo" de sus personajes, lo cual puede llegar a ser anacrónico en un título como éste. Los diálogos son demasiado actualizados, lo cual le resta credibilidad a los hechos mostrados. Este gusto por la modernidad también está reflejado en el personaje principal de esta serie, Sven, quien fue vendido como esclavo por renegar de sus deidades. Al crecer, tras conseguir su libertad y el éxito como miembro de la guardia varega, se entera de la muerte de su padre y decide regresar a sus tierras para reclamar lo que por derecho le pertenece. Acostumbrado a los lujos y el color de Constantinopla, desprecia las frías regiones que lo vieron nacer, pero las cosas no saldrán como él planea y terminará viendo a su gente con otros ojos. Siendo un hombre que no cree en nada, respeta no obstante las creencias ajenas, reflejando de este modo la transición del politeísmo al Cristianismo que tuvo lugar durante ese período histórico. Las primeras dos terceras partes de la trama son pura acción y background, sin mucho desarrollo de personajes. Sin embargo, el final hace que valga la pena el viaje, llegando a una conclusión anticlimática y bastante atípica pero llena de humanidad.
Porción de la portada variante al número 3, a cargo de Dave Gibbons.
El arte en este primer arco narrativo está a cargo de Davide Gianfelice, cuyo estilo al dibujar armas y ropa me recordó un poco a Chris Bachalo (sin llegar a ser tan abigarrado) y cuyas personas, en especial sus mujeres, se me hicieron medio Eduardo Risso (sin tantas sombras). Hubiera preferido arte interior más similar a las portadas de Massimo Carnevale, mucho más realista y sobrio, pero no me quejo. Los colores aplicados por Dave McCaig le imprimen las atmósferas necesarias a la historia: frías y sangrientas. El final del trade recuperó mi interés, por lo que le echaré un vistazo a los siguientes volúmenes.
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