domingo, 8 de mayo de 2011

Post mortem

(Pablo Larraín, Chile-Alemania-México, 2010)

Será que me esperaba algo diferente. Será que la vi con mucho sueño. Será que los escuincles que entraron a la sala echaron nomás no se callaban y me pusieron de malas. Pero no me gustó la película.

Comienza con una toma bajo un tanque en movimiento, avanzando por una calle repleta de volantes propios de una marcha política. Esto nos sitúa perfectamente en el ambiente de Chile en 1973, antes, durante y después del golpe de estado contra Salvador Allende. Luego conocemos a Mario Cornejo, empleado de una morgue estatal que lleva una vida solitaria. Se dedica a espiar obsesivamente a su vecina, una bailarina de burlesque conocida como "la Nancy." Cuando se da el golpe de estado, las fuerzas militares entran a casa de Nancy para arrestar a su padre y a su hermano. Mario la busca posteriormente pero no logra hallarla por ninguna parte.


Hasta ahí va muy bien, luego sigue una parte en la que él prosigue con su trabajo, supongo que temiendo encontrar a Nancy entre las carretadas de cadáveres que llegan a la morgue día con día. El ejército se apodera del lugar y hace lo que quiere, matando a gente por doquier, mostrando un desolador retrato de los tiempos de cambio político violento. A continuación revelo algo importante de la trama, léanlo bajo su propio riesgo: Las cosas cambian cuando Mario encuentra a la Nancy, escondida en el patio de su casa. Él se da a la tarea de protegerla, le consigue alimento y se ocupa de que nadie la descubra. Desafortunadamente para Mario, la gratitud de esta mujer tiene sus límites y abusa de su generosidad al ocultar a su novio con ella.


Me gusta la idea de mostrar, no una vez más las atrocidades de la gente en el poder ni una historia de desaparecidos sino la versión de quienes ayudaron y les vieron la cara, pero supongo que no era lo que me apetecía ver. Eso sí, la larga secuencia final es bastante agradable, con una implacable venganza.

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