Con motivo de la salida de la más reciente novela de Bernardo Fernández, Bef (mi escritor mexicano favorito), decidí releer su primera novela publicada. Esto se debe a que la nueva, Hielo Negro, es una especie de secuela a Tiempo de alacranes. Bueno, más que nada retoma a algunos de los personajes y hace referencia a varias de las situaciones ocurridas en ella.
La primera vez que la leí, me tardé dos horas y media. Su agilísima prosa hace que sea muy fluída la lectura, además de que Bef es todo un experto en la economía de las palabras: sus capítulos son breves y concisos, lo cual facilita el continuar leyendo pues nunca se avecina un largo y pesado capítulo.
El "Güero," un sicario para el cártel de Constanza pensando en retirarse pues ya se siente viejo (apodado así por ser tan despiadado como los alacranes güeros), acepta un último trabajo: matar al testigo protegido que puso a su patrón tras las rejas. Sin embargo, una crisis existencial le lleva a cuestionarse su papel como matón y le dificulta las cosas. Al mismo tiempo, tres jóvenes que residen en Canadá (dos de ellos mexicanos y uno proveniente de Latveria, salido del universo Marvel, al parecer) deciden recorrer los Estados Unidos con rumbo a México robando tiendas y bancos (y Obrad, el europeo, cada vez disfruta más de matar a los empleados). También hay un par de matones y estafadores de poca monta, Tamés y "el gordo," que van de trabajito en trabajito intentando conseguir unos cuantos pesos.
Los caminos de estos personajes, el líder del cártel de Constanza y un escuadrón anti-asaltos de la policía convergen en un violento encuentro del que pocos saldrán con vida. Se revelan lazos familiares y varios testimoniales nos hacen conocer al "Güero" a profundidad. Con referencias a comics, caricaturas, música y películas, esta corta y entretenida novela con "estructura" de lucha libre (pues es presentada en tres "caídas") es a la vez emocionante y divertida. Mi capítulo favorito se titula "Aquí la víctima soy yo" y termina con dos matones y una jovencita abrazados y llorando en medio del desierto, al lado de un Impala 70 negro con llamas pintadas a los costados. Ampliamente recomendable, una novela que no deben perderse por nada del mundo.
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