martes, 17 de mayo de 2011

¡Por mi madre, bohemios!


Con motivo del reciente festejo de día de las madres, la Neurobunch decidió hacer el maratón de este mes dedicado a las progenitoras. Como dijo Ana Paula en la invitación: "Porque pueden enseñarnos desde cómo amarrarnos las agujetas hasta cómo deshacernos de un cadáver, porque con ellas aprendimos a querer y a sentir culpa, no hay mejor ocasión que esta para festejarles."


La noche arrancó con Madre e Hijo (Мать и сын en el alfabeto cirílico, o bien Mat i syn, Aleksandr Sokurov, Rusia-Alemania, 1997), película muy "de arte," muy bonita, sobre los últimos momentos compartidos por una madre moribunda con su hijo ya adulto. Una buena reflexión sobre la inversión de papeles, sobre cómo los hijos toman el papel de protectores cuando sus padres ya no pueden valerse por sí mismos. Muy en la escuela de Tarkovsky, Sokurov recurre a tomas largas (con todo y el pasto siendo agitado por la brisa otoñal). Advertencia: no la vean si a) no les gustan esas películas en las que "no pasa nada" o b) si tienen mucho sueño y hace harto calor.


La segunda función fue mi favorita de la noche, Carrie (Brian De Palma, Estados Unidos, 1976). La historia creo que ya todos la conocemos: una jovencita tiene su primera menstruación pero ésta resulta traumática pues su madre fundamentalista nunca le habló del tema. La gran tensión psicológica a la que se enfrenta Carrie hace que se manifiesten en ella poderes telequinéticos. La chica popular planea ridiculizarla en público. En la tradicional noche de graduación, lo que parecía ser un sueño hecho realidad se convierte en una auténtica pesadilla... para Carrie y para todos los que la rodean. Basada en la primera novela de Stephen King, reafirma el lugar de De Palma como el gran maestro del cine enimentemente visual: su sentido de la narrativa sin palabras es incomparable.


Luego tocó el turno a Mother (마더 o, transcrito a nuesto alfabeto, Madeo, Bong Joon-ho, Corea del Sur, 2009). Ya antes habíamos visto otra película de este director, la maravillosa The Host (괴물 o Coemul, Corea del Sur, 2006), la cual mezclaba descaradamente el drama, la acción, la comedia, la sátira y la crítica anti-yanqui en una película de mosntruos. Para ésta, su siguiente película, deja a un lado la mezcla de géneros y aborda la trama con gran sobriedad. Una viuda es madre de un perfecto inútil y, cuando este es acusado de asesinato, hace hasta lo imposible por limpiar su nombre. Secretos y revelaciones tienen lugar.


Ya para terminar, vimos Animal Kingdom (David Michôd, Australia, 2010). Esta cinta nos narra la historia de J, un joven que tras perder a su madre por una sobredosis se va a vivir con su abuela. Ésta es la matriarca de una prominente familia de criminales y narcotraficantes. J se ve envuelto en medio de una guerra entre sus tíos y un grupo de policías fuera de control, su vida y la de su novia corren peligro y entre tantas facciones (policías honestos, policías asesinos, policías comprados, narcos, familiares y adictos) no sabe para dónde moverse. El ritmo de la película es un poco tedioso y plano, además de que se tarda mucho en llegar a un final que no me gustó del todo, pero es bastante buena.

Cada vez platicamos más y vemos menos películas, pero las veladas son siempre igual de gratas. Entre el intercambio de libros, las botanas, la conversación y las deliciosas Sierpizzas, los neuro-maratones son un evento al cual nunca faltaré.

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