lunes, 30 de mayo de 2011

Paris, Texas

(Win Wenders, Estados Unidos-Francia-Alemania del Oeste-Reino Unido, 1984)

Una de las películas más hermosas que he visto, indiscutiblemente la que más me hace llorar de manera incontrolable. Hace muchos años la pasaron en Canal Once y programé mi videocasetera para que la grabara. Amarga fue mi sorpresa cuando descubrí que la cinta se acabó treinta minutos antes que la película (qué tiempos aquellos de la VHS). Tiempo después la renté, la vi yo solo y lloré desconsoladamente. Posteriormente nos la pasaron en una clase de cine y tuvo el mismo efecto en mí. Hace algunos meses la compré para mi colección personal y ayer por la tarde volví a verla, esta vez en familia.


Tal vez es más recomendable que no sepan de qué se trata. Precisamente esa incógnita y la manera dosificada en que las interrogantes van presentándose y, a su vez, resolviéndose es parte de lo que hace de esta una excelente película.


Empieza con un hombre caminando por el desierto hasta desfallecer por la sed. Nos enteramos por medio de su hermano (al cual le hablan para notificarle que lo hallaron) de que se llama Travis y que llevaba cuatro años desaparecido. Incluso lo daban por muerto. ¿Por qué se fue por tanto tiempo sin decirle a nadie? ¿De qué intentaba huir? ¿A dónde se dirigía en medio de la nada? ¿Qué buscaba? ¿Por qué carga con una fotografía de un terreno baldío? ¿Qué lo dejó en semejante estado: obsesivo, sin habla, incapaz de comprender el funcionamiento del mundo?


Estas interrogantes se van develando poco a poco, conforme vamos conociendo su pasado amoroso y familiar. Presentando a su hermano y a su cuñada con una difícil y dolorosa situación, Travis recupera los pedazos de su vida y nos cuenta una historia de un amor tan profundo, una culpa tan grave y un dolor tan intenso que alteraron varias vidas más allá de toda esperanza de sanar. Amor del bueno, que al terminar deja el panorama radicalmente distinto y la gente ya no puede regresar a lo que era antes, ya no puede superarlo y seguir adelante con su vida. Una tristeza infinita y los intentos de un hombre por recuperar lo que perdió, sólo para darse cuenta de que lo perdió para siempre.


Además de la dirección de Wenders, esta cinta cuenta con un guión a cargo de Sam Shepard, música de Ry Cooder y las maravillosas actuaciones de Harry Dean Stanton y la nubilísima Natassja Kinski. Mención especial para el pequeño Hunter Carson, quien hace un excelente trabajo. También Podemos apreciar el trabajo de Dean Stockwell. Tal vez pueda resultarle un poco lenta a quienes no acostumbran ver cine fuera de lo que ofrece Hollywood, mas a mi parecer es un filme impecable que tuvo a bien ganar la Palma de Oro en Cannes el año de su estreno. Imperdible para cualquier cinéfilo que se respete a sí mismo.

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