jueves, 28 de abril de 2011

Sin límite

(Limitless, Neil Burger, Estados Unidos, 2011)

La premisa inicial es interesante: ¿qué pasaría si hubiera una droga que te permitiera explotar todo tu potencial cerebral? Principalmente, te daría acceso a toda la información almacenada en tu memoria, aumentaría la velocidad de tus sinapsis y te ayudaría a reconocer patrones en todo. Las consecuencias son obvias: mayor enfoque, concentración impecable y el desempeño de un genio. Si me preguntan, estaría más que tentado a usarla. Eddie Morra la prueba y, con su ayuda, termina una excelente novela en cuatro días. Pero eso no es todo, aprende varios idiomas, se mete al mundo de las finanzas y hace una fortuna, recupera a su novia y pone su vida completa en orden. O al menos eso parece.

Eddie en su etapa de "soy escritor y por eso soy fachoso"... igual que quien escribe este blog.

La película comienza con un Eddie al borde del suicidio, preguntándose qué salió mal y cómo, con su nivel de inteligencia, no pudo verlo. No soy ningún genio, pero puedo ver al menos tres errores graves en su proceder:

1) Si estás usando una droga ilegal y experimental lo último que quieres es llamar la atención, así que debes ser discreto.
2) Si te relacionas con mafiosos rusos, es claro que estás atrayendo problemas.
3) Si ya le pediste dinero a uno, al menos págale.

Podríamos explicar estas fallas en su pensamiento como efectos de lo que, a fin de cuentas, sigue siendo una droga y conlleva la búsqueda de emociones. Ultimadamente, la droga aumenta ciertas percepciones y capacidades pero no te hace más inteligente en verdad. Bueno, es eso o simplemente huecos en la trama, ustedes elijan. Otro detalle peculiar es que hay gente con ese nivel de inteligencia que no necesariamente son socialmente accesibles ni exitosos en los planos financiero y amoroso/sexual.

La guapa Abbie Cornish, aunque brillando menos que en Sucker Punch.

La película podría haber llegado más lejos, pero aunque muestra algunas consecuencias negativas de la dependencia a fármacos no se mete de lleno a la psicología del adicto. También podría haber hecho un comentario crítico sobre la industria farmacéutica, lo cual le daría otro nivel de lectura. Sin embargo, el acercamiento elegido por los realizadores fue menos ambicioso y más por el lado del mero entretenimiento.

Lo que sea de cada quien, cumple con su cometido. Con una trama dinámica, un actor principal que maneja de manera creíble la transformación de su personaje y efectos visuales muy ingeniosos para sugerir la percepción alterada de la realidad a través de la droga, se convierte en una experiencia que hace pasar un rato ameno. Para terminar, los dejo con un anuncio falso y un sitio de internet utilizados para promocionar la película (en Inglaterra, al menos).

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