Así como en enero hicimos nuestro maratón casero sobre películas de hombres que tratan mal a las mujeres (o al menos esa era la idea), en febrero tocaba el desquite y nos propusimos hacer uno sobre mujeres que hacen sufrir a los hombres. A la mera hora, Kitty y Gru le pidieron sugerencias al cuate de Film Club Café y, al parecer, cuando le dijeron que querían películas de mujeres malas el entendió chichas malas, como en badass girls en vez de evil women. Así las cosas, tuvimos una programación mixta.
Empezamos con Azumi, de Ryuhei Kitamura (Japón, 2003), que nos cuenta la historia de una chica quien es adoptada desde su infancia y entrenada junto con otros nueve chavitos para ser un grupo de asesinos especiales, con la misión de eliminar a los líderes que amenacen con hacer guerra al emperador, preservando de este modo la paz. Ahora sé que está basada en una serie de manga bastante popular. La película empieza bastante bien y tiene un excelente momento cuando, para dar por terminado su entrenamiento, el sensei les pide escoger a quien más quieran para llevar a cabo la última actividad en parejas. SPOILER ALERT (si no quieren que les arruine la sorpresa, no resalten el texto del resto del párrafo) Una vez que cada quien está con su mejor amigo, reciben la orden de matarlo a sangre fría para demostrar que nada los desviará de su misión.
Hasta ahí va muy bien la cosa, pero después se vuelve una película bastante convencional. La música incidental le queda corta, no alcanza a imbuir un sentido de dramatismo a lo que ocurre en pantalla. Los vestuarios son demasiado coloridos, el villano es demasiado caricaturesco y conforme se acerca al final la acción se vuelve cada vez más inverosímil, rayando en el absurdo para la conclusión del filme. En resumen, es una cinta que nunca volvería a ver, menos aún la secuela.
Luego seguimos con una película con mujeres realmente perturbadas y malignas, si bien no hacia los hombres. What Ever happened toBaby Jane? (Robert Aldrich, Estados Unidos, 1962) es una adaptación de la novela de Henry Farrell del mismo título que nos cuenta la historia de dos hermanas, Jane y Blanche Hudson. Cuando eran niñas, Jane era muy famosa por su acto de baile en el cual era acompañada por su padre en la música. Se convirtió en una niña malcriada y caprichosa, siendo el objeto de la envidia y resentimiento de su hermana. A la vuelta de los años, Blanche demuestra ser una gran actriz y es Jane quien ahora debe vivir a su sombra. Una fatídica noche, un accidente automovilístico sin testigos deja paralítica a Blanche. A partir de ese momento las hermanas viven juntas de manera reclusiva, en una extraña relación de codependencia y dominación.
Así empieza esta gloriosa cinta que cuenta con las maravillosas actuaciones de Joan Crawford y Bette Davis como Blanche y Jane, respectivamente. Estas actrices ya iban en declive y nadie se imaginaba que podrían dar un desempeño de semejante nivel, sin embargo sorprendieron a crítica y audiencia por igual. Los personajes secundarios son lo suficientemente interesantes como para no parecer de relleno, a diferencia de la mayoría de las películas de hoy en día. El suspenso manejado es excelente y el desarrollo hacia el clímax y la revelación al final la vuelven una maravillosa película digna de toda la admiración que tiene.
Para continuar la velada vimos otra película sobre una chica ruda, Foxy Brown (Jack Hill, Estados Unidos, 1974). En ésta, Pam Grier interpreta al personaje titular, una mujer que decide vengarse cuando su novio es asesinado por un círculo de traficantes. Siendo tal vez la más famosa de las películas de blaxploitation, yo me esperaba que fuera un tanto boba e ingenua y que me haría reír más que otra cosa. No obstante, la cinta demuestra por qué es relevante al abordar temáticas socialmente importantes y atacando los problemas seriamente. Drogas, prostitución y crimen son las cosas a las que se enfrenta Foxy Brown, sin acatar ningún límite en su búsqueda de justicia.
En una parte muy graciosa, el hermano de Foxy justifica su labor como vendedor de droga diciendo: "no sé cantar ni bailar, no puedo ser un predicador y no soy guapo como para ser alcalde, ¿qué otra opción me queda?" Siempre me ha resultado curioso que los negros siempre se quejan del racismo pero son los primeros en reforzarlo. Eso sí, la película ha envejecido bastante. Con decirles que Pam Grier oculta una pistola en su afro es suficiente muestra.
Para terminar la noche, vimos una película de una mujer verdaderamente maligna. Ese oscuro objeto del deseo (Luis Buñuel, Francia-España, 1977) da inicio con Mathias, un hombre ya entrado en años, abordando un tren. Una mujer con moretones en la cara lo está buscando en la terminal, por lo cual el le pide algo a uno de los empleados del tren. Cuando se encuentran hombre y mujer, éste le tira una cubetada de agua encima y se aleja de ella. Para justificar sus acciones ante sus compañeros de viaje, Mathias les relata la histoira de Conchita.
Dicho relato nos cuenta una de las historias más cruentas de seducción y manipulación. Conchita coquetea con Mathias pero después se hace la digna y le niega lo que desea. Por una parte le muestra que el dinero no lo consigue todo y lo pone en su lugar por querer conseguirla cual simple objeto, pero al mismo tiempo logra que él le dé todo lo que ella quiere sin tener siquiera que acostarse con él. Por alguna extraña razón, Buñuel escogió a dos distintas actrices para el papel de Conchita, haciendo que los críticos y estudiosos de cine teorizaran sobre el posible significado de esta decisión por años. Al final, la cinta pareciera decirnos que una relación amorosa es tan terrible y destructiva como un acto terrorista.
Al parecer cada vez estamos más estropeados, pues cada vez vemos menos películas. Esperemos que en este mes de marzo podamos recuperarnos.
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