( Mikael Håfström, Estados Unidos, 2011)
Al ver el trailer de esta película quedé lo suficientemente intrigado. Un joven sacerdote es enviado al Vaticano para ser instruido como exorcista y confronta su escepticismo al acompañar a otro cura experimentado en varios rituales de exorcismo. El mismo corto nos sugiere que el hombre mayor, interpretado por Anthony Hopkins, podría resultar poseído él mismo, dejando todo en manos de su colega inexperto y lleno de dudas. Con una estética reminiscente a El exorcista (William Friedkin, Estados Unidos, 1973), prometía buenos momentos de horror.
Oh decepción. La película no aporta nada más que lo que uno puede inferir del corto. El protagonista resulta ser un chavo que, para huir de la funeraria de su padre, opta por el sacerdocio. Escéptico a morir, ni siquiera cree en dios pero uno de sus maestros ve algo en él y lo manda al seminario de exorcismo en el Vaticano. Ahí conoce a una periodista que nomás estorba y acompaña al padre Lucas en varios exorcismos. SPOILER ALERT (si no quieren que les arruine la sorpresa, no resalten el texto del resto del párrafo) El colmo de la ingenuidad y la obstinación en no admitir que algo más allá de lo terrenal está ocurriendo es cuando la chica embarazada vomita clavos (sí, clavos, for fuck's sake) y Michael plantea que pudo habérselos tragado para dañar al infante nonato en su interior.
Además, como que se les olvidó que estaban haciendo una película de horror. Tal vez a algunas personas las haya perturbado, pero para quien está acostumbrado al buen cine de horror ésta cinta quedó a deber. Ni siquiera tiene una cantidad decente de sustos, sólo me hizo brincar una vez y fue sólo por un triste gato. Por otra parte, tal vez no querían hacer una historia de miedo. Quizás su intención era abordar el tema desde una perspectiva seria y propositiva. Si ese era el caso, le hubieran bajado a los efectos y la hubieran promocionado de otra forma (además de que algo similar ya habíamos visto en El exorcismo de Emily Rose, de Scorr Derrickson, Estados Unidos, 2005, que curiosamente es de los mismos productores). Otra cosa que me cayó mal es que el padrecito joven, Michael Kovac, todo el tiempo se ve insoportablemente bien, digamos que metrosexualmente bien. Y los incesantes y repetitivos flashbacks de su infancia me hartaron.
Hopkins da una buena actuación, sin exagerar, pero no lo suficiente como para salvar una cinta que carece de un suspenso constante y llega a volverse aburrida e incluso adormecedora. Ahí les van otros spoilers, resalten el texto bajo su propio riesgo: Eso sí, me encantó la parte en la que el padre Lucas, ya poseído, le suelta un trancazo a una morrita. Diganme cruel, pero me hizo reír. Y bueno, ya para el final, la conclusión de "porque creo en el diablo también creo en dios y te puedo exorcisar" se siente forzadísima y obvia.
Creo que me parece más entretenida la polémica de López Dóriga y "juaiderrito" que la película que la ocasionó. Ni siquiera Alice Braga se ve tan bien como en otras ocasiones.
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