jueves, 10 de marzo de 2011

Nemesis


A ver si les suena conocido: es un multimillonario, heredero de una familia privilegiada, que quedó huérfano a una edad temprana, cuenta con muchos coches y aviones, así como con dispositivos de alta tecnología y se pone máscara y capa para luchar por una misión en la cual cree fervientemente... ¿Saben quién es? No, no es Batman. Se trata de Nemesis, quien surge de la premisa ¿qué pasaría si Batman fuera un auténtico hijo de puta?


Este bastardo implacable dedica sus enormes recursos a combatir a las fuerzas de la ley y el orden, matando a jefes de policía por todo el mundo (con muchos daños colaterales). Su modus operandi consiste en enviar una tarjeta con la fecha y hora en que su víctima fallecerá, para después darse a la tarea de crear caos y llevar a su contrincante a su destino final.


La miniserie de cuatro números, recopilada en un libro de pasta dura y publicada por el sello Icon de Marvel Comics, cuenta la historia de su regreso a Estados Unidos tras haber aterrorizado Asia. Su objetivo, el jefe de policía de Washington DC, es una especie de Harry el sucio que no teme ensuciarse las manos al combatir el crimen. En un duelo de inteligencias, Nemesis destruye la reputación de su adversario al revelar los secretos de su familia y ponerlo en las situaciones más difíciles de su carrera como agente de la justicia.


Como la mayoría de las cosas escritas por Mark Millar (Wanted, Kick-Ass), el guión es generoso en situaciones espectaculares y diálogos irreverentes, muy cargados de leperadas. También da la impresión de que son miniseries diseñadas para ser "adaptables" a cine. En general son muy disfrutables, aunque a veces pueden sentirse medio repetitivas sus ideas y un poco huecas sus tramas. Pero es innegable que sabe escribir éxitos instantáneos.


El arte, a cargo de Steve McNiven, es muy cinemático y dinámico, aunque me gusta más cuando es entintado por otros. El que se entinte a sí mismo hace que se veanmenos acabados los dibujos y que las líneas parezcan un poco "sucias," dándole cierto parecido con el arte de Leinil Yu (pero con menos sombras). De todas formas, el lujo de detalle que usa en sus fondos, en los edificios y en las expresiones de la gente nos brindan resultados admirables.

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