lunes, 14 de marzo de 2011

Una pared para Cecilia

(Hugo Rodríguez, México, 2011)

A pesar de ser el tercer largometraje de este director (En medio de la nada, Nicotina), me dejó con la impresión de que se trataba de un trabajo de principiantes. La película trata sobre la titular Cecilia, una mujer joven que ya no se siente tan joven, escritora y pintora que vive al margen y lleva la contraria a las reglas de la sociedad: no quiere comprometer sus esfuerzos artísticos, no se quiere casar, no quiere tener hijos. Vive en un barrio pobre en Tijuana, hostigada por su madre que le insiste constantemente en que se mude a un lugar "mejor." Podría identificarme fácilmente con un personaje así, pero está escrita de una manera tan simple que no logra sentirse como una persona verdadera.


Una noche, mientras grafitea una pared, un chavito de diez años intenta robarle su mochila pero ella lo corretea y, al atraparlo, sin querer le golpea la cabeza contra el suelo. Como mujer responsable que es, lo lleva al hospital y se hace cargo de él una vez que lo dan de alta. Así se empieza a desarrollar una relación muy inverosímil y bastante fastidiosa. Cecilia es contradictoria y excesivamente ingenua, la película no logra transmitir las emociones que seguramente se insinuaban en el guión. Las actuaciones dejan mucho que desear, hasta el niño actúa mejor que la protagonista. Haciendo uso de la voz en off se nos presentan varias instancias a reflexionar que parecen metidas con calzador en la historia. La música va de agradable a irritantemente bonita.


Para cuando terminó la cinta, Cecilia me había caído tan mal que me puse de malas. El filme peca de ser demasiado ligero, sin abordar a profundidad ninguna de las muchas problemáticas que viven las mujeres, los artistas o la gente en la zona fronteriza. Queda como un ejercicio de blandenguería complaciente.

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