jueves, 17 de marzo de 2011

Rango

(Gore Verbinski, Estados Unidos, 2011)

Como muchos de los proyectos desarrollados por Nickelodeon, podría decirse que esta película no está por completo dirigida al público infantil. Con mucho humor negro y situaciones un tanto violentas, logra diferenciarse de lo que generalmente se le ofrece a los niños, lo cual es un acierto. Siempre he sido de la idea de que a los pequeños no se les debe tratar como a idiotas, ya que tienen la capacidad de entender y disfrutar mucho más de lo que les damos crédito.


La mejor forma de definir este largometraje animado sería con la etiqueta de "western metafísico." Un camaleón doméstico con una desbordante imaginación vive frustrado en su pecera, acompañado por un pez de cuerda, el torso desnudo de una Barbie, una palmera de hule y un insecto muerto. Este lagarto pasa sus largas y aburridas jornadas refinando sus talentos histriónicos, interpretando fragmentos de obras de Shakespeare ante un público tan imaginario como el resto de su elenco. Durante un recorrido vacacional en el coche de sus dueños, un "bache" trastorna por completo su realidad, arrojándolo por la ventana al desierto de Nevada.


Ahí descubrimos (tras un breve pero inspirado homenaje a Hunter S. Thompson y a la cinta Fear and loathing in Las Vegas, de Terry Gilliam, Estados Unidos, 1998) que el obstáculo que ocasionó su actual predicamento es en realidad un armadillo atropellado (¿que cómo diantres sobrevivió?), quien recorre el desierto en una búsqueda espiritual e inicia a nuestro protagonista en su propio camino hacia el "Espíritu del Oeste." Tras una pesadilla surrealista, conoce a Beans, una campesina que lo conduce al pueblo de Dirt. Todos los residentes de éste son particularmente grotescos y huraños. Una vez que llega a la cantina del lugar, el pequeño camaleón flacucho decide aprovechar la oportunidad para reinventarse, eligiendo para sí el nombre de Rango y dándose la reputación de un temerario imparable.


Y eso es sólo el principio. Una serie de casualidades lo llevan a ser el nuevo sheriff de Dirt, ocupación infame por su baja expectativa de vida. Entre una conspiración que no termina de cuajar, duelos inverosímiles, persecuciones por hordas de topos retrógradas (que seguro se casan entre primos) y la iluminación por medio de alucinaciones en el desierto, la película tiene buenos momentos y otros que lo dejan a uno rascándose la cabeza y preguntándose qué diablos acaba de ocurrir. Rango va de incompetente suertudo a héroe legendario, pasando por cínico fraudulento.


La trama tiene algunos cuantos huecos inexplicables y situaciones que no tienen repercusión (como el ojo gigante bajo la tierra), además de que el final abusa del contrato de credibilidad (hubiera preferido que quedara la duda de qué tanto fue alucinación y qué tanto fue verdad). Independientemente de estas fallas, con tintes de Sergio Leone y de Carlos Castaneda, el largometraje se puede disfrutar lo suficiente pero no llega a ser memorable. Les recomiendo verla con las voces originales en inglés, en particular me encantó en trabajo de Isla Fisher con el acento sureño de Beans.


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