jueves, 16 de junio de 2011

In the Shadow of No Towers


Lo hemos visto/escuchado/leído hasta el cansancio: el once de septiembre de 2001, dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York como parte de un ataque terrorista de Al-Qaeda contra los Estados Unidos. Entonces, ¿por qué hacer un comic al respecto? Y más importante aún, ¿por qué leerlo?

La primera lámina completa.

La respuesta sencilla al segundo cuestionamiento es: porque el artista responsable de este trabajo es nada menos que Art Spiegelman, quien ganó notoriedad (y el premio Pulitzer en 1992) por Maus, el comic semi-autobiográfico que relata la relación con su padre Vladek y las vivencias de éste durante la Segunda Guerra Mundial. Como un artista serio y con experiencia en retratar temas profundos con una gran humanidad, es una garantía de calidad.

Detalle de la primera lámina, explicando el temor de un ataque posterior.

La primera pregunta la responde Spiegelman: la idea era plasmar el suceso a través de su perspectiva personal, sin repetir las imágenes vistas ad infinitum sino mostrando las captadas por sus propios ojos, al nivel de la calle, rodeado de gente corriendo. También retrata sus pensamientos, los intentos frenéticos de Art y su esposa por encontrar a su hija en la escuela para ponerla a salvo, las reacciones disímiles entre el público de a pie: algunos solamente se quedaban mirando, cual turistas; el director de la escuela anunció que, debido a las "condiciones inusuales del día," ningún alumno podría salir a lunch; algunos jóvenes comentaban emocionados los sucesos; un artista en la calle intentaba capturar los hechos sobre su lienzo. Más que nada, de manera subyacente refleja la inquietud e incertidumbre sufrida por los neoyorquinos, los cuales sólo estaban a la espera de otro ataque.

El autor, atrapado entre dos frentes que no lo representan.

Una de las imágenes más poderosas plasmadas por el autor es la del "esqueleto" de una de las Torres, una especie de imagen parpadeante, como el fantasma que permanece de una visión tras su desaparición. Él mismo dice que la vista era algo awesome, es decir, algo asombroso, maravilloso incluso, pero que genera en el espectador un temor reverente. Personalmente puedo decir que experimenté lo mismo cuando, a través de la ventana de mi oficina, pude ver hace casi tres años la explosión del avionazo en que perdió la vida Mouriño: a pesar de la tragedia, el fuego glorioso no dejaba de tener cierta belleza.

Crítica anti-guerra.

Pero no sólo se queda en esto el comic, conforme avanza empieza a cuestionar la manera en que el gobierno de George W. Bush usó el ataque como pretexto para arrancar su guerra del petróleo, la falta de atención a los neoyorquinos damnificados que tenían que respirar un aire de alta toxicidad y a cambio solamente les ponían leyes anti-tabaco, las posibles conspiraciones, la incompetencia de los medios de comunicación. Y todo esto mucho antes del descontento generalizado contra el gobierno, antes de que se pusiera "de moda" criticar a Bush.

El artista, exasperándose ante los trucos de los medios

El libro consta de una serie de diez "tiras" a la manera en que se publicaban los comics en sus inicios. Cada "tira," o más bien lámina, tiene un tamaño de aproximadamente cincuenta centímetros de alto por veintiséis de ancho, como las que se publicaban en los periódicos a principios del siglo pasado. Con esto en mente, Spiegelman rinde homenaje a varios de los personajes de esas tiras primigenias, como los Katzenjammer Kids, el infame Yelow Kid y Krazy Kat & Ignatz, entre otros. De igual modo, el libro reimprime algunas de estas tiras clásicas, las cuales aún tienen vigencia y que incluso tienen una resonancia especial con el atentado del 9/11.


La portada del comic usa el arte que Spiegelman aportó al número veinticuatro de la revista The New Yorker, su edición posterior al ataque en 2001. Con un par de torres negras sobre fondo negro, puede leerse de diversas formas.

1 comentario:

  1. Chingona reseña-crítica mi Pok! Este si me lo compro !

    Jibran Drordy!

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