jueves, 16 de junio de 2011

La noche


Por recomendación de mi amiga Ana Paula, leí este libro de Juan García Ponce en la versión de Ediciones Era. Publicado originalmente en 1963, consta de tres novelas cortas (aunque tal vez la última sea más bien un cuento extenso). Escritas con una profunda melancolía, me fue inevitable deprimirme mientras las leía.

El libro abre con Amelia, mi favorita de las tres, que narra la historia de un joven matrimonio: su inicio mundano, su progresión romántica y su inevitable degeneración hasta fondos insospechados. Todo esto visto en retrospectiva y con gran arrepentimiento.

Después sigue Tajimara. El título hace referencia al nombre de un poblado en donde el narrador vive distintas cosas. Nos habla de un amor de la adolescencia que nunca fue y del reencuentro de ambas partes varios años después, que ocasiona se vean envueltos en una relación conflictiva y desgastante que tampoco tiene posibilidades de funcionar.

Por último, el relato que da nombre al libro, La noche. El principio me recordó la narrativa de Lovecraft, con su visión fatalista de la realidad. Un hombre empieza a espiar accidentalmente a su vecina y se ve arrastrado a una existencia mundana y por esto mismo sórdida. Al enfrentarse a un mundo insípido y sin ilusiones, se da cuenta de que él mismo siempre había formado parte de él pero no quería reconocerlo.

A continuación transcribiré las últimas líneas de cada relato. No se preocupen, no les arruina la historia ni nada, simplemente me pareció que tienen mucha fuerza:

Nunca hablamos de Amelia; pero cuando estoy solo, la recuerdo y a veces descubro que todavía, por las noches, extraño el calor de su cuerpo, su sonrisa, su mirada después de hacer el amor. Entonces, pienso que es extraño que jamás descubramos el sentido de nuestros actos, y sin embargo, en una forma u otra, siempre seamos responsables de ellos. (Amelia)

Caminé sin rumbo y sentí dentro de mí el vacío de la tarde que empezaba sin Cecilia. El sentido de la historia es lo de menos; mientras la escribía sólo tenía presente la imagen de Cecilia. Jamás podremos olvidarnos de nosotros mismos y nuestros problemas envuelven a los demás y los deforman. (Tajimara)

Durante dos meses la vida transcurrió igual que siempre, aparentemente monótona, aparentemente apacible. Luego supimos que Beatriz había sido internada en un sanatorio. Hubiera querido compartir su alto destino. (La noche)

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