En 2006, el sello editorial Vertigo lanzó este título sobre la lucha entre la humanidad y la naturaleza, esta última encarnada por los insectos y animales considerados pestes en nuestro planeta. ¿Y cuál es la única línea de defensa de la humanidad? Pues los exterminadores.
La premisa inicial es que la delgada línea del equilibrio entre los seres humanos y su entorno, entre el orden y el caos, se ha roto definitivamente. Por este motivo, los seres pestilentes y repugnantes que han asediado a la humanidad a través de la historia declaran una guerra abierta a la misma, incluyendo actos terroristas organizados que nadie percibe más que los encargados de combatir a estas criaturas. Desde las típicas cucarachas, pasando por distintas variedades de roedor e incluso mapaches, el ex convicto Henry James y sus compañeros de Bug-Bee-Gone hacen frente a los gritos de auxilio de la desprevenida sociedad de Los Angeles.
Los protagonistas del comic.
Una de las cosas más interesantes de la serie son sus personajes. Podemos suponer que quien acepte un trabajo para matar todo tipo de seres rastreros no puede tener muchas opciones laborales... y que además es probable que cuente con uno que otro desequilibrio. De este modo conocemos a Stretch, un budista que se la pasa hablando en citas de Sun Tzu y otros filósofos; Kevin, un hombre que se alimenta de insectos y por las noches usa una máscara de luchador para pelear a muerte contra las ratas bajo el nombre de El Muerte Negra; Nils, el dueño de la empresa, cuyo padre oculta secretos relacionados con un socio que practicaba rituales ocultistas; Saloth Sar, el científico residente, quien escapó al juicio por crímenes de guerra cometidos en Camboya. Además de los empleados, también están los intereses amorosos de Henry: su novia Laura, escaladora social por excelencia, y la joven Page, prostituta literaria que se dedica a recrear las fantasías de bibliófilos.
Como si fuera poca la riqueza en personajes, la trama también se ve favorecida por la introducción de un veneno para cucarachas con propiedades adictivas (a la William S. Burroughs), un culto egipcio-Nazi de resurreccionistas, intrigas corporativas, supremacistas blancos que quieren eliminar a las otras "razas" como si fueran pestes y un pasado oscuro del protagonista. Si a todo esto le agregamos el contenido que Vertigo hace posible, como sexo y malas palabras, y la mezcla resultante no puede fallar.
Un ejemplo del arte de Tony Moore.
Cuando empezó a publicarse el título, una reseña en la Wizard me hizo comprar los primeros dos volúmenes, pero luego dejé de comprar comics y los guardé por un buen rato. La serie fue cancelada con el número treinta, por lo que sólo hay cinco volúmenes. Con el fin de ver si realmente eran buenos para contemplar la posibilidad de conseguir los demás, leí los dos libros que tenía. De tan buenos que son, corrí a buscar los demás. Desafortunadamente, sólo encontré el tercero. La historia es muy intrigante y, aunque se tarda un poquito en arrancar, vale la pena seguirla. Ahora haré lo posible por conseguir el resto de la serie.
Si pueden, vean la versión "censurada" y completa de esta portada...
Advertencia: dado el alto contenido gráfico de la serie, ésta no es para gente de estómago sensible. desde tripas de mapache hasta gerbilinos que explotan, el arte (a cargo en su mayor parte de Tony Moore, para quien no es novedad dibujar cadáveres llenos de insectos pues participó en el primer volúmen de The Walking Dead) es muy explícito. Y sus cucarachas mutantes están lejos de ser entrañables como la de WALL·E (Andrew Stanton, Estados Unidos, 2008).
No hay comentarios:
Publicar un comentario