En su más reciente obra, el artista noruego Jason une esfuerzos con Fabien Vehlmann, quien se hace cargo del guión. De este modo, es refrescante poder disfrutar del característico estilo gráfico de Jason pero en una historia que, a pesar de ser tan oscura y violenta como lo que acostumbra escribir él mismo, se enriquece por la aportación de elementos ajenos a sus temas recurrentes.
Gwenny, una niña cuyo padre desapareció tras embarcarse en una búsqueda de tesoro, encuentra un mapa que conduce a la ominosa isla titular con las mismas promesas que le hicieron perder a su progenitor. Con la intención de encontrarlo o al menos descubrir cuál fue su destino, consigue la ayuda de un grupo de piratas, uno en particular con un terrible secreto.
Al llegar a la isla, descubren una escuela secreta de torturadores y verdugos, donde varios niños estudian para ser los mejores en dichas profesiones. Haciendo frente a la muerte misma y con alianzas inesperadas, la búsqueda de nuestra protagonista llega en medio de una auténtica masacre. A pesar de lo sórdido que pueda sonar, Jason no se aleja de su tono humorístico. Los momentos de comicidad lacónica no faltan, ni tampoco echaremos de menos las reflexiones introspectivas.
Por otra parte, Hubert, el colorista de cabecera del artista, también va más allá de su terreno acostumbrado y amplía su paleta de colores, incorporando tonos más claros. Otra diferencia con el resto de la obra jasoniana es la longitud: tal vez precisamente por contar con la colaboración de un escritor, la historia es más extensa de lo que estamos acostumbrados y esto se agradece. No sé ustedes, pero yo no me canso de Jason y su trabajo más reciente es una valiosa adición a mi biblioteca personal.
Gwenny, una niña cuyo padre desapareció tras embarcarse en una búsqueda de tesoro, encuentra un mapa que conduce a la ominosa isla titular con las mismas promesas que le hicieron perder a su progenitor. Con la intención de encontrarlo o al menos descubrir cuál fue su destino, consigue la ayuda de un grupo de piratas, uno en particular con un terrible secreto.
Al llegar a la isla, descubren una escuela secreta de torturadores y verdugos, donde varios niños estudian para ser los mejores en dichas profesiones. Haciendo frente a la muerte misma y con alianzas inesperadas, la búsqueda de nuestra protagonista llega en medio de una auténtica masacre. A pesar de lo sórdido que pueda sonar, Jason no se aleja de su tono humorístico. Los momentos de comicidad lacónica no faltan, ni tampoco echaremos de menos las reflexiones introspectivas.
Por otra parte, Hubert, el colorista de cabecera del artista, también va más allá de su terreno acostumbrado y amplía su paleta de colores, incorporando tonos más claros. Otra diferencia con el resto de la obra jasoniana es la longitud: tal vez precisamente por contar con la colaboración de un escritor, la historia es más extensa de lo que estamos acostumbrados y esto se agradece. No sé ustedes, pero yo no me canso de Jason y su trabajo más reciente es una valiosa adición a mi biblioteca personal.
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