lunes, 20 de junio de 2011

DMZ


Estados Unidos se caracteriza por ser un país que se beneficia enormemente de la llamada economía de guerra. Tal vez por esta razón se han entrometido en tantos conflictos armados por todo el mundo a lo largo de varias décadas. Pero la política belicosa ya no es tan popular con los habitantes, cada vez hay más disidentes que se manifiestan en contra de dichas intervenciones. Ahora imaginemos lo siguiente: ¿qué pasaría si la tendencia pro-guerra por parte del gobierno aumentara? ¿Si enviaran fuerzas armadas a varios países simultáneamente, digamos unos tres o cuatro? ¿Y si esto se mantuviera durante un largo período de tiempo, más o menos una década? Obvio la guerra tendría que financiarse de algún modo y los que pagarían el pato serían los ciudadanos comunes y corrientes. ¿Por cuánto tiempo aguantarían?

Matty disfrutando de la comida china local.

Este título, que vio la luz por primera vez a finales de 2005, nos plantea que una situación similar desencadenaría protestas y que éstas, a su vez, se volverían cada vez más organizadas. La conclusión lógica sería una revuelta que desembocara en una segunda guerra civil. Es así como se forma el Free States Army, el cual se contrapone a los planes de los Estados Unidos. Avanzando hacia la costa este, donde se encuentran tanto la capital política (DC) como la cultural (Nueva York) van acumulando victorias hasta llegar a un punto muerto en la isla de Manhattan.

Mapa que muestra la división del territorio.

La ciudad de Nueva York es demasiado grande como para ser ocupada, pero también presenta la misma dificultad para ser defendida. De este modo, se convierte en una zona desmilitarizada (DMZ significa de-militarized zone), una tierra de nadie en donde ninguna de las dos facciones tiene dominio y la gente que se vio atrapada en ella -o bien, que se negó a dejarla- vive día a día con la incierta realidad de la guerra.

En lo personal, me encantan las historias distópicas y/o post-apocalípticas, todas esas de zombies o post-guerra nuclear o post-algún cataclismo natural en las que la humanidad se ve reducida a un estado casi barbárico y de supervivencia casi animal. Este comic me hizo ver que ese tipo de realidades no pertenecen exclusivamente a futuros posibles, sino que se viven a diario en diversas partes del globo terráqueo. La guerra tiene este efecto, la población que se ve en medio del fuego cruzado entre facciones encontradas enfrentan las mismas dificultades para conseguir alimento o refugio. Pero la vida no se detiene nunca, ni siquiera en estas condiciones.

Así es como el ejército "limpia" sus errores.

Trasladando a Vertigo el mundo que ha creado en sus obras independientes (Channel Zero, Jennie One, The Couriers), Brian Wood nos muestra a una juventud rebelde y creativa que no reconoce límites. En la que promete ser su obra más importante, este artista radicado en NY se dedica a explorar también las actividades de los refugiados: la vida nocturna, la creación artística, la música, los restaurantes. No todo es pelear o hacerse la víctima, los jóvenes siempre tendrán alguna forma de manifestarse que no implique llenar de balas al otro.

Cuando Matty conoció a Zee.

El protagonista es Matty Roth, estudiante de periodismo que se ve atrapado en la isla sin quererlo, pero con todo el equipo necesario para reportar noticias de verdad. Tiene la oportunidad de contarle al mundo la realidad de la gente que vive ahí, más allá de las mentiras que comparte el canal oficial o los mitos que se propagan sin fundamento. También puede conocer la perspectiva del otro bando, de las milicias locales que luchan por defender su territorio, de los ambientalistas que protegen Central Park, de las etnias residentes y de las víctimas de la violencia que se ha vuelto cotidiana para ellos a la vuelta de los años.

Con una estética que mezcla el diseño publicitario con el arte callejero, Wood también se hace cargo de las portadas de la serie y de algunos interiores a modo de collage, aportando una especie de intermedios que se encargan de describir más el entorno que a los personajes.

El derruido panorama de Manhattan.

El artista principal de la serie es el italiano Riccardo Burchielli quien, a pesar de nunca haber puesto pie en la ciudad de Nueva York, ilustra lugares que han aparecido en tantos otros comics y películas que nos resulta familiar. Aunque aquí vemos ese terreno transformado por la ruina y la devastación, no deja de ser reconocible. El estilo de Burchielli me recuerda a otros grandes dibujantes de comics: sus caras -en particular los ojos- me hacen pensar en Joe Quesada; su uso de sombras -complementado por los colores de Jeromy Cox- se parece al de Eduardo Risso; y sus cuerpos alargados con perspectivas deformantes hacen que venga a mi mente el diseño de personajes de Peter Chung (Aeon Flux). También a ratos me hace pensar en la familia Kubert: Andy, Adam e incluso Joe. Tendré que analizar más su estilo para encontrar su "voz" propia, supongo que conforme avance la serie podrá desarrollarlo sobradamente.

El primer trade, On the ground, nos narra la llegada de Matty a la isla, donde se enfrenta a una realidad que ni siquiera imaginaba y conoce a Zee, una practicante de medicina que decidió quedarse para ayudar a quien lo necesite. El nuevo reportero sabe cómo jugar sus cartas y logra quedarse como corresponsal oficial.


La historia continúa en Body of a journalist. Aquí se expone el papel que juegan los medios en la "guerra de la percepción." En toda cobertura de noticias, es inevitable sospechar que no se nos está contando todo lo que ocurre. Si las cosas son realmente como en este volumen, sabemos mucho menos de lo que imaginamos.


Public works aborda el tema de las polémicas "reconstrucciones," esos contratos multimillonarios que son otorgados con exclusividad a compañías que sólo se involucran en el conflicto aportando sus propias fuerzas de seguridad. Matty se infiltra como trabajador indocumentado para descubrir una conspiración contra la ONU mucho más grande de lo que esperaba.


A la fecha se han publicado diez trades, pero desafortunadamente no han contado con una buena distribución en la tienda de siempre. Por eso mismo tendré que conseguir el resto de la serie conforme la vayan resurtiendo. Pero si pueden, échenle un ojo. Si les gustan los comics realistas, complejos e inteligentes, se sentirán en casa con DMZ.

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