jueves, 29 de septiembre de 2011

No temas a la oscuridad (ayer y hoy)

(John Newland, Estados Unidos, 1973/Troy Nixey, Estados Unidos, 2011)

El pasado domingo, los miembros de la Neurobunch nos reunimos para hacer nuestro propio programa doble de cine: vimos la versión original de esta película en DVD para después ir al cine a ver el remake. Como todos somos seguidores acérrimos de todo lo que haga Guillermo del Toro (sí, todos), queríamos ver la versión de los 70 para saber qué llevó a Memo a coescribir y producir la nueva.

Este gato de los créditos iniciales ni siquiera viene al caso...

La primera película ya tiene status de culto y no es por nada: cuenta la historia de una mujer que se muda con su marido a la antigua casa de sus abuelos, donde inadvertida e imprudentemente libera unas presencias malignas que no descansarán hasta acabar con ella. No obstante, tiene sus fallas. Las criaturas no pasan de ser una amenaza menor y demasiado contenida, además de ser sólo tres. Una vez que aparecen a cuadro se pierde el encanto, la verdad no han envejecido nada bien. Incluso hay graves errores de producción, con escenas de noche filmadas a plena luz del sol. Interesante como curiosidad, pero definitivamente no tan memorable como era de esperarse.

Como que tres monstuitos no daban tanto miedo... ¿qué tal cientos de ellos?

En cambio, el remake... Es un claro ejemplo de por qué se deben hacer remakes y cómo. Respeta profundamente todos los elementos del material fuente sin necesidad de copiarlos cuadro por cuadro. Y más allá de solamente acercarla a nuevas generaciones, corrige y aumenta la historia, dándole más cuerpo, más "carnita." Se explican y justifican a la perfección los aparentes huecos narrativos. Se rinde homenaje explícito a Arthur Machen, así como otros de manera velada a otros muchos autores de la literatura de horror: Algernon Blackwood, H. P. Lovecraft, Edgar Allan Poe y Peter Straub.

Y también el aspecto de las "hadas" es más temible ahora.

Las criaturas se vuelven una amenaza real, tanto en número como en peligrosidad. Además, se les inscribe firmemente dentro de la corriente en la cual las hadas son auténticos monstruos y no los seres inofensivos en los cuales se han convertido dentro del imaginario colectivo, al igual que en la obra de Neil Gaiman y en otra obra de del Toro, El laberinto del fauno (México-España, 2006). Hablando de Gaiman, varios elementos me recordaron a Coraline: la casa "nueva" con la "puerta" misteriosa, la niña que debe valerse por sí misma al enfrentar la oscuridad fantástica.

La misteriosa puerta tras la cual acecha el horror.

Entre las adiciones, se decidió de manera bastante acertada hacer a la protagonista una niña, cambiando la "obstinación femenina" que desencadena el problema en la original (mostrada bajo una luz un tanto misógina) por una auténtica curiosidad infantil que responde a necesidades afectivas. Para actualizar la trama no hace falta poner elementos sórdidos o extremos, basta con introducir una familia dividida, una búsqueda profesional comprensible y las dificultades de criar niños hoy en día, en particular si son ajenos.

Katie Holmes, engalanando la pantalla.

Gran tensión -dramática y hasta física-, buenos sustos que hasta lo hacen brincar a uno, un gran guión -se nota la mano de Memo en el mismo-, buenos efectos visuales y actuaciones sólidas hacen de esta cinta quizás una de las mejores del año, indispensable verla.

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