(Fred Van Lente, Andrew Foley & Luciano Lima, Platinum Studios / Jon Favreau, Estados Unidos, 2011)
No hay ni a cual irle: la película es mala, el comic es aún peor. Platinum Studios se ha creado la mala fama de crear comics con el único propósito de vender los derechos para adaptar sus historias a otros medios. Dicho sea de paso, les importa un reverendo pepino la calidad de sus obras con tal de que puedan sacar dinero de ellas.
Las nocivas luces en el cielo.
Lo único que tienen en común la "novela gráfica" y el filme es el título. Vamos, ni siquiera los nombres de los personajes son los mismos. Y debería llamarse Cowboys & Aliens & Indians, de tan absurda y ridícula que es. Sólo faltó que le agregaran zombies y ninjas.
Las naves espaciales.
La "versión" impresa está basada en una idea de Scott Mitchell Rosenberg, fundador de la infame editorial y creador de conceptos tales como Men in Black. La premisa no es del todo mala, se plantea a los alienígenas como conquistadores que sienten tener el derecho de imponer su cultura sobre especies menos desarrolladas tal y como los colonizadores hicieron en América, África y otras partes del mundo. Pero más allá de un mañoso y breve prólogo ilustrado competentemente por Dennis Calero no se desarrolla esta noción.
La persecución obligada.
El resto de las páginas está ocupado por un arte mediocre a cargo de Luciano Lima y una historia a medias con personajes trillados sin desarrollo alguno. Los vaqueros se defienden de los temibles y salvajes pieles rojas cuando cae una nave del cielo. Los extraterrestres (con un aspecto nada imaginativo) deciden apoderarse del planeta así sin más pero algunos terrestres se apoderan de artefactos que les ayudan a defenderse. Uniendo fuerzas, apaches y vaqueros (con ayuda de una esclava de otro planeta) derrotan a los malosos. Fin. En la última página intentan darle un giro que a nadie podría importarle después de haber sufrido de las primeras noventa y nueve páginas.
Los mentados aliens.
La película mejora un poquito las cosas, pero no mucho. En un típico déjà vu de cualquier western, hay un forajido buscado por la ley, un magnate que posee al pueblo y de paso lo aterroriza, y mucha mala voluntad entre todos. No falta el padrecito rudo y el cantinero bienintencionado. En medio de todo eso, luces en el cielo interrumpen la discordia para robar gente. Las criaturas celestiales -o quizá infernales- y sus vehículos resultan ser impenetrables para la artillería terrícola. Los humanos siguen el rastro de los monstruos para recuperar a los suyos y en el camino se encuentran a los indios, los cuales aceptan unírseles. A la mera hora resulta que, inexplicablemente, los "villanos" no son tan invulnerables como parecía. Ah, y vienen a la tierra buscando oro, háganme ustedes el favor.
Los personajes femeninos.
Los dos personajes femeninos del comic -una vaquerita y la "espía" alienígena- se fusionan en uno solo, interpretado por Olivia Wilde (cuyos hermosos ojos constituyen la única razón de peso para ver esta cinta). El guión se esfuerza por intentar dar unos giros a la trama antes del final (aunque yo siempre sospeché que Ella era de otro planeta), algunas cosas que no se ven venir y que evitan la complacencia descarada de la historieta (donde el vaquero se enamora de la marcianita y el apache de la pelirroja). De cualquier forma, la trama tiene huecos que de ninguna manera se pueden justificar. Y ultimadamente, no se trata de un buen western, ni de una buena película de extraterrestres, ni de Ciencia Ficción inteligente, ni de un producto de calidad satisfactoria. Entretiene a medias, a ratos aburre, no aguanta ningún tipo de análisis, pero sigue siendo preferible a su supuesta inspiración en papel y tinta.
Lo único bueno de la película: los ojazos de esta mujer.
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