domingo, 10 de julio de 2011

Resumen de películas: Cineteca Nacional


Para poder ponerme al corriente con mis reseñas, procedo a resumir. En esta publicación les hablaré de algunas películas que he visto en las últimas semanas en aquel lugar al cual considero como mi segundo hogar: mi amada Cineteca.

Antiguamente, los cines solían tener algo llamado "permanencia voluntaria," en la cual el espectador podía decidir quedarse a ver más de una película (o la misma, más de una vez) con el precio de un solo boleto. Para rescatar esa bonita tradición, la Cineteca ofrece programas dobles en los cuales uno puede disfrutar de dos películas relacionadas entre sí pagando una sola entrada. Como parte de esta iniciativa, recientemente agregaron el Canal B, dedicado a seleccionar programas dobles del cine de serie B. Fue así que pude ver uno dedicado a Russ Meyer, director cuyo sello característico era el uso de actrices con busto abundante.


Empezamos con Vixen! (Estados Unidos, 1968), cuyo personaje titular es una súcubo insaciable que, a la manera de un depredador sexual, seduce y fornica con su marido, un guardabosques, un huésped de su hostal, la esposa de éste y hasta con su propio hermano. Eso sí, cuando se trata de un negro ahí sí que no le entra. Meyer ignora por completo las posturas políticamente correctas y utiliza el racismo y el pro-comunismo para criticar estas posturas. Lo que empieza como una película soft-porno con una trama inexistente se convierte en una crítica con gran tensión dramática de por medio.


La segunda parte del programa fue Más allá del valle de las muñecas (Beyond the Valley of the Dolls, Estados Unidos, 1970), secuela no oficial a Valley of the Dolls (Mark Robson, Estados Unidos, 1967) en la que el renombrado crítico de cine Roger Ebert colabora como guionista. La típica historia de un grupo de jovencitas rockeras que va a la gran ciudad, la arma en grande, se pierde en los excesos y comete traiciones a sus amistades y a sí mismas culmina en una desmedida masacre que compensa el tono tan dramático y aleccionador de la historia. Aunque las moralejas del final me cayeron bastante mal.


Como parte de un ciclo dedicado a la documentalista rusa Marina Goldovskaya, pude ver Los hijos de Iván Kuzmich (Deti Ivana Kuzmicha, Rusia, 1997). Trata sobre la generación de estudiantes de la afamada Escuela 110 que se hubiera graduado en 1944, de no haber sido por la guerra. Nos habla sobre niños que, a pesar de haber vivido bajo tiempos de gran inestabilidad y muchos cambios, a pesar de haber sufrido las consecuencias de la vida en tiempos de guerra, querían estudiar y hacían hasta lo imposible para continuar haciéndolo. Y también retrata a su director, el titular Iván Kuzmich, quien revolucionó las formas de educar: les enseñó a sus alumnos, ante todo, a pensar, a leer entre líneas, a tolerar las diferencias, a apoyarse entre ellos. Cada uno de estos ex-alumnos es ahora una persona exitosa en el campo de su elección, desde un escultor hasta historiadores, pasando por un cantante, políticos, espías y demás ocupaciones diversas. Lo que más me gustó fue que no es una película más sobre la nostalgia por la Unión Soviética ni de denuncia contra las atrocidades cometidas por Stalin, sino que muestra a gente normal que sigue adelante con su vida.


Lo más reciente que vi en la Cineteca (y que sigue en cartelera) fue Viaje a Tulum (Reise nach Tulum, Eduardo Villanueva, México, 2011). Esta película es muy "de arte" pero, a diferencia de otras como Vete más lejos, Alicia, se siente honesta y bien trabajada. Sí, también tiene líneas que podrían sonar pretenciosas y el final está completamente abierto a interpretación, pero le creo más que a Elisa Miller. Intercalando secuencias en blanco y negro con unas cuantas a color (casi siempre éstas mostrando paisajes naturales, sin gente alrededor), las imágenes de Berlín y el idioma alemán me recordaron inevitablemente a Las alas del deseo (Der Himmel über Berlin, Wim Wenders, Alemania del Oeste-Francia, 1987) pero sin los ángeles. Adan, un adulto joven que heredará la constructora de su familia, se cuestiona sobre la necesidad de construir y reconstruir (como formas de destrucción), vive en medio de una familia caótica que se empeña en comportarse como si todo en su entorno fuera normal y empieza a escuchar voces tras la muerte de su abuelo esquizofrénico. Todo esto, acompañado de reflexiones visuales sobre los reflejos, sobre lo que no podemos ver y sobre la dicotomía hombre/naturaleza (con un homenaje a Fellini que hace referencia al título). La segunda parte es mucho más abstracta y un poco pesada, con un final ambiguo e inquietante que da mucho sobre qué pensar. Seguramente dividirá opiniones, pero vale la pena echarle un ojo.

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