lunes, 7 de noviembre de 2011

Los comics van al cine (por tercera vez)


Los colaboradores de la revista Comikaze han estado organizando maratones nocturnos de cine de manera trimestral. No me enteré del primero, el segundo coincidió con un neuromaratón casero. No me iba a ser posible asistir al tercero tampoco, pero afortunadamente se pospuso el compromiso que tenía para esa fecha y pude darme una vuelta. Ya tenía rato -meses- de no ir a maratones nocturnos y buena falta me hacía. El evento aquí reseñado tuvo datos de trivia, café, regalos, revistas Comikaze (con un coqueto botón de Swamp Thing) y muchas cosas más. En general, fue una grata experiencia y ya quiero que organicen otro.


La noche arrancó con el primer episodio de la serie japonesa de Spider-Man, titulado algo así como Supaidaman: Time of revenge has come! Beat down Iron Cross group! En 1978, Marvel cedió los derechos sobre el personaje a la Toei, otorgándoles el permiso de hacer lo que quisieran con el mismo. El resultado fue una serie en la cual sólo se conserva el nombre del héroe y su traje de spandex, pero todo lo demás es radicalmente distinto: con poderes de origen extraterrestre, Takuya Yamashiro combate al grupo Iron Cross para vengar la muerte de su padre, enfrentando a monstruos gigantes asistido por su propio robot Leopardon, al más puro estilo Ultraman.


Luego vimos una auténtica antigüedad, el primer episodio del primer serial de películas de Batman, producido en 1943: The electrical brain. Dirigido por Lambert Hillyer, con Lewis Wilson y Douglas Croft como los primeros Batman y Robin de carne y hueso, este serial se apega mucho al espíritu de los orígenes del personaje, más como un vigilante pulp que como un superhéroe. Y combatiendo la amenaza amarilla tan característica de esa época.


La siguiente función fue Flash Gordon (Mike Hodges, Estados Unidos, 1980). Ingenua, ligera y bienintencionada, musicalizada por Queen, esta cinta es una auténtica joya. De esas cosas que, si hacemos a un lado la pedantería, podemos ver que son maravillosas por su espontaneidad que la acerca al cine de serie B, a pesar del gran presupuesto con el cual gozó. La edición que se proyectó incluye una breve entrevista con el ilustrador extraordinario Alex Ross, quien elaboró la portada para la misma (mostrada arriba), y que nos explica precisamente por qué es indispensable ver esta película al menos una vez en la vida.


Como el final del capítulo de Batman nos dejó tan picados, vimos el segundo episodio: The bat's cave. Lamentablemente, todos los episodios terminan en cliffhanger, por lo que habré de conseguir el resto del serial para verlo por mi cuenta. Pero vale la pena, es de esos clásicos que envejecen con dignidad.


En el momento más difícil de la noche tocó turno a Swamp Thing (Wes Craven, Estados Unidos, 1982). Cosa rara, atípica en la filmografía del reconocido director de horror, con un ínfimo presupuesto y un disfraz para el personaje que deja mucho que desear, padece de un ritmo lento y un tanto pesado, más aún a esas alturas de la madrugada. Preferiría por mucho volver a ver la serie televisiva que surgió a raíz de esta película.


Acercándonos al final, vimos Nick Fury: Agent of S.H.I.E.L.D. (Rod Hardy, Estados Unidos, 1998). Cinta hecha para televisión -y se nota-, con un guión a cargo de David S. Goyer -famoso hoy en día por sus guiones para los filmes de Batman dirigidos por Christopher Nolan- y la infame aparición de David Hasselhoff como el personaje titular. Lo que sea de cada quien, a pesar del bajo presupuesto y lo que podría esperarse de la participación del otrora "guardián de la bahía", el resultado es bastante cercano al espíritu de los comics de los 90. Vale la pena darle una oportunidad.


Para terminar la noche, vimos Super (James Gunn, Estados Unidos, 2010), película que nunca tuvo estreno comercial en nuestro país. Cuando vi el trailer, pensé que se tratar´¿ia de una especie de "Kick-ass meets Juno" por la estética indie y el tema de un vigilante urbano que decide hacer justicia por su propia mano inspirado por los superhéroes de las viñetas. No podía estar más equivocado. El realizador, quien comenzó su carrera escribiendo guiones para la Troma, nos presenta a gente enferma que se involucra en situaciones enfermas con desenlaces igualmente enfermos. Personas con moralidad más que ambigua, que pierden el control de lo que están haciendo y derraman sangre de manera preocupante. La violencia mostrada es muy realista y cruda, alejándose de lo que en un principio podría hacer sido graciosos y resultando francamente brutal. Inquietante y perturbadora, esta cinta amerita hablar a más profundidad de ella, cosa que haré más adelante.

Y así terminó una bonita velada de mucho spandex, superpoderes y datos geeks. Mis felicitaciones a los organizadores, se ve que saben hacer maratones nocturnos.

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