Con motivo de los cien años del nacimiento de Vincent Price, la Cineteca Nacional proyectó uno de sus aclamados programas dobles dedicados a este emblemático actor cuya prolífica carrera incluyó altos y bajos, pero casi todo dentro del influyente medio del cine de serie b.
La primera función fue The tingler (William Castle, Estados Unidos, 1959). Más que nada un guión ingenuo con bastantes buenas intenciones, lo inverosímil del mismo le resta poder a una idea original pero que no llega muy lejos. Ideal para alejar a los jovencitos de la tentación del LSD, muestra sin embargo una genial actuación de Price siendo víctima del horror más profundo. Y a pesar de que su científico insensible a las necesidades humanas se me antoja un poco repetitivo, lo siniestro de su comportamiento me encantó.
Pero la segunda película fue la cereza en el sangriento pastel de cumpleaños: Theatre of Blood (Douglas Hickox, Reino Unido, 1973), en la que un actor veterano que solamente protagoniza obras de Shakespeare regresa aparentemente de la tumba para vengarse del círculo de críticos que le arrebataron su merecida gloria. Un comentario interesante sobre la responsabilidad de quienes reseñamos obras e interpretaciones ajenas, es fascinante y al mismo tiempo choqueante la manera en que se utilizan las obras del bardo como el móvil en una serie de asesinatos brutales. Muy recomendable, nomás no se escandalicen por la manera de abordar a los grandes clásicos del teatro.
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