(Midnight in Paris, Woody Allen, Estados Unidos-España, 2011)
Woody Allen ha estado teniendo una muy buena racha. Para no variarle, su más reciente filme fácilmente puede ser incluido dentro de sus mejores trabajos. La historia gira en torno a un exitoso guionista de Hollywood que quiere convertirse en novelista, Gil Pender, el cual viaja con su prometida a París acompañando a sus suegros en un viaje de negocios. Haciendo mordaces comentarios en contra de los intelectuales pedantes y los hombres de negocios, el filme es una reflexión sobre el arte, una de las ciudades más inspiradoras del mundo, la nostalgia por el pasado y la valoración del presente.
No les revelaré nada más de la trama pues el descubrir lo que sucede en ella es maravilloso. Simplemente comentaré que todo aquel que guste de la literatura, la pintura o el arte en general se divertirá y se deleitará a la vez con las ocurrencias de Allen. Y el personaje vive una oportunidad por la que muchos mataríamos.
Es curioso ver cómo los actores que ocupan el rol protagónico en una película de Allen hablan, se mueven y se comportan como el director lo hacía cuando actuaba en sus propias películas. En ese respecto, Owen Wilson hace un gran trabajo. Como es característico en la filmografía de este cineasta, resulta evidente su gusto por las mujeres hermosas: Rachel McAdams se ve guapísima (aunque su personaje es el de una perra odiosa), Marion Cotillard resulta encantadora y la primera dama francesa Carla Bruni hace una breve pero significativa aparición.
En resumidas cuentas, Medianoche en París es una cinta que no deben perderse por nada del mundo. A pesar de hablar del mundo del arte, no lo hace de manera excesivamente intelectual y me da la impresión de que puede ser disfrutada por cualquier tipo de persona. Y, a diferencia de la mayoría de las películas de Woody Allen, esta no tiene un final cínico y desolador, sino todo lo contrario.
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