(Sandra Trostel, Alemania, 2010)
Como parte de la semana de cine alemán en la Cineteca Nacional, la neurobunch acudió a ver este documental sobre el grupo de wave punk (según ellos mismos se autodenominan) 1000 Robota. Tres chavales, dos de ellos aún menores de edad, se meten de lleno al mundo del espectáculo y se enfrentan a sus sinsabores.
A pesar de tener algunas reflexiones interesantes, el documental carece de objetividad pues se centra en uno de los integrantes de la banda y deja a los otros de lado. El frontman es fastidioso sin llegar a ser carismático, lleno de ideales respetables pero fuera de lugar. La estructura del documental padece de un ritmo inconstante, no sabiendo mezclar de manera orgánica las canciones con las entrevistas. Se le perdona a la directora por ser su opera prima, pero ojalá aprenda de sus fallas pues puede desarrollar un gran potencial.
El retrato de la industria musical se siente un poco trillado, abordando las problemáticas que conocemos de sobra: el papel de los medios de comunicación, la manipulación de la información, la sobreexposición de un grupo que apenas comienza, la dicotomía entre grabar y presentar shows en directo, etc. Documental más bien aburrido que gustosamente me hubiera ahorrado.
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