lunes, 1 de agosto de 2011

La trilogía de Apu

(Satyajit Ray, India, 1955-1956-1959)

Dentro de las proyecciones de El Observatorio, espacio que la Cineteca dedica en su programación a películas de larga duración, se proyectó durante los sábados del mes pasado esta terna de filmes bengalís que es considerada por muchos una de las mejores trilogías de todos los tiempos. Basada en las novelas semi-autobiográficas de Bibhutihushan Bandopahyay, narran no sólo la vida del personaje titular sino la de toda su familia y de paso sirven como un retrato de las distintas realidades cotidianas vividas por la gente de la India durante la primera mitad del siglo pasado.


La primera película, Pather Panchali (La canción del camino) comienza con quienes se convertirán en los progenitores de Apu. En una humilde casa rural vive Sarbajaya acompañada por su hija Durga y su suegra Thakrun, con quienes pelea constantemente. Su marido Harihar Ray, un sacerdote viajero, pasa largas temporadas lejos de casa. La familia vive sumergida en deudas y constantemente se enfrenta a dificultades morales y económicas. Es en medio de esta situación que nace Apu, un niño que vive una infancia feliz a pesar de que la muerte acecha en cada rincón. Tras una cruenta desgracia, Apu hace un descubrimiento que lo hace tomar la decisión de proteger la integridad moral de los difuntos, aprendiendo así a cargar con secretos de por vida. Al finalizar esta primera parte, lo que queda de la familia Ray se muda a la ciudad.


En Aparajito (El invencible), los Ray viven en Benarés, a orillas del sagrado río Ganges. La dura vida de las clases bajas hacen sentir sus secuelas y merman una vez más a la golpeada familia. No obstante, Apu logra entrar a la escuela y descubre que es un alumno brillante. Con el paso de los años, consigue una beca pero es necesario que viaje a Calcuta para continuar con sus estudios, alejándose de sus raíces. Es así que, mientras está lejos de casa, ocurre una desgracia más en la vida de Apu; pero ésta lo ayuda a reafirmar su decisión de permanecer en la ciudad.


La última parte en la trilogía se titula Apur Sansar (El mundo de Apu), en la que nuestro protagonista ya terminó sus estudios y busca trabajo como maestro, al tiempo que se dedica a escribir una novela épica y ambiciosa. Un amigo de la escuela le pide que lo acompañe a la boda de su prima y, en un giro bastante jocoso y conmovedor, el que iba como invitado regresa como el esposo. Entonces surge el romance y la felicidad, por breve que esta sea. Como ya es costumbre, la desgracia y la muerte vuelven a atacar. En esta ocasión, Apu abandona todo y se dedica a vagar por el país durante cinco años, renegando de su novela, de su futuro y de su descendencia. Pero el azar lo pone en el camino de sus responsabilidades, lo cual lo lleva a un desenlace duro pero esperanzador.


Influenciada por los filmes del neorrealismo italiano y los de Jean Cocteau, esta trilogía es brutalmente honesta en su manera de asomarse a la realidad, ya sea rural o urbana. A pesar de todas las tragedias que vive el personaje, no cae en el melodrama y contiene una gran cantidad de escenas poderosísimas. La música original del aclamado Ravi Shankar crea la atmósfera adecuada para las cintas. Y es un deleite percibir el evidente desarrollo de Ray como director, comenzando como un aficionado hasta alcanzar la maestría de un genio nato. Indiscutiblemente una obra maestra, conviene ver esta serie de filmes como un conjunto. Las más de cinco horas y media de duración se sienten un poco pesadas al principio pero conforme avanzan, la historia es tan absorbente que captura al espectador por completo.

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