(Will Gluck, Estados Unidos, 2011)
A pesar de lo increíblemente vulgar y explícito del poster, la película en sí es bastante bien portada. Bajo la gastada premisa de dos personas que, hartas de las decepciones amorosas deciden engañarse creyendo que es posible negar las necesidades afectivas de ambos, deciden involucrarse en una relación meramente carnal. Sólo sexo, nada de sentimientos. Previsiblemente, fracasan y terminan declarando su mutuo amor de maneras excesivamente cursis. Tema ya revisado, con muchos mejores (pero de todas formas medianos) resultados, en la similarmente titulada (al menos en español) Amigos con derechos (No strings attached, Ivan Reitman, Estados Unidos, 2011)
Intenta abordar temas duros, como los estragos del Alz-Heimer en un miembro de la familia o la aparente inabilidad de desarrollar sentimientos derivada de trabas sociales, sin mucho éxito por la ligereza con que los trata. Innecesariamente larga, con algunos momentos graciosos pero ninguno auténticamente emotivo, explota más el atractivo sexual de Timberlake que el de Kunis por lo que no hay muchos motivos para que uno como hombre quiera verla. Y, al parecer, al público femenino tampoco le encantó. En general una película mediocre, ni tan mala como para llamarla bodrio pero definitivamente prescindible.
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