miércoles, 30 de noviembre de 2011

53 Muestra Internacional de la Cineteca - Las razones del corazón

(Arturo Ripstein, México-España, 2011)

Inspirada en Madame Bovary, la cual no he leído, esta cinta explora las desavenencias en la vida de una mujer adúltera. Desde su papel como madre negligente e hija resentida, Emilia busca deshacerse de sí misma al entregarse a alguien más. Y si éste no la acepta, siempre puede buscar cambiar los roles y volverse la persona protectora. O ser cómplice. O la que manda. Emilia no sabe cómo comportarse en el amor y se vuelve un desastre, su personalidad se diluye a la par que su vida en este filme cuya puesta en escena es más teatral que cinematográfica y cuya fotografía en blanco y negro otorga sobriedad a un drama cotidiano y a veces desesperante.

53 Muestra Internacional de la Cineteca - Confesiones en el diván

(Mahler auf der couch, Percy & Felix Adlon, Alemania-Austria, 2010)

Lo que más me gustó fue la leyenda al inicio de la cinta que decía: "Que ocurrió fue un hecho. Cómo ocurrió es ficción." La película se dedica a imaginar el encuentro que se dio entre el compositor Gustav Mahler y el psicoanalista Sigmund Freud posterior a que el primero descubrió la infidelidad de su esposa y buscó la ayuda del segundo, quien se hallaba de vacaciones en Austria. Semejantes personajes siempre son atractivos para el público, aunque también son difíciles de manejar. Es común exagerarlos, sobredimensionarlos. No soy experto conocedor de la biografía de ninguno de los hombres retratados, pero me quedé con la impresión de que abusan del aspecto de artista atormentado en el músico. También sentí que Freud es manejado con sutileza, lo cual agradezco. Y Alma, la adúltera, es representada como una fuerza de la naturaleza. Me agradó que no se cae en el cliché de víctimas y victimarios, sino que se explora la complejidad de los sentimientos y necesidades humanas.

53 Muestra Internacional de la Cineteca - El caballo de Turín

(A torinói ló, Béla Tarr, Hungría, 2011)

Comienza con una anécdota sobre un caballo, el cual presenció el descenso a la locura de Nietzsche. Uno piensa que la cosa se pondrá interesante, pero el filme poco tiene que ver con el filósofo alemán y más bien sigue al equino. Se trata de un ensayo sobre la repetición, sobre la monotonía de tener que trabajar para vivir, sobre las dificultades que presentan a la supervivencia la entropía y la vejez. Pero eso lo veo en mi vida diaria, no me hace falta atestiguarlo en una película también. La fotografía en blanco y negro es hermosa, los complicados movimientos de cámara y planos secuencia son magistrales, el leit motif musical crea la atmósfera adecuada de desesperanza y perdición. Incluso la extensa duración ayuda a crear el efecto deseado en el espectador. Pero no me pareció una experiencia del todo disfrutable. Es, más que nada, estímulo para cinéfilos adolescentes o hipsters (si es que no son lo mismo), que se desvivirán elogiándola aunque no les haya gustado o no le hayan entendido.

53 Muestra Internacional de la Cineteca - En un mundo mejor

(Hævnen, Susanne Bier, Dinamarca-Suecia, 2010)

Bier es una de mis directoras favoritas. Si me preguntan, es quien mejor sabe hacer drama hoy en día. Ya antes había utilizado una mezcla de temática social y conflictos familiares, pero aquí lo hace de mejor manera. Haciendo una reflexión sobre el papel de la violencia como origen, solución y consecuencia de los problemas, no hay respuestas fáciles en esta cinta. Un hombre quiere demostrarle a su hijo y a un amigo de éste que la violencia no resuleve nada y que no hay que temerle, pero su voz carece de resonancia cuando él mismo está ausente la mayoría del tiempo y cuando el otro chico, hijo de alguien más, alberga un rencor que no escucha razones. La pérdida de un ser querido puede cambiarlo todo y sólo un roce más con la muerte puede ayudarnos a entender un poco mejor las cosas. Lamentablemente, cuesta trabajo creerle a los adultos (o a los artistas) cuando pretenden decirnos que todo va a estar bien.

martes, 29 de noviembre de 2011

Monstruos

(Gareth Edwards, Reino Unido, 2010)

Hace un par de meses leí en una entrevista a Alan Moore que le había gustado esta película, lo cual despertó mi inetrés. Promocionada como " El Sector 9 de este año" (haciendo referencia a la grandiosa District 9, de Neill Blomkamp, Sudáfrica, 2009), lo único que tiene en común es la idea de mostrar un problema de inmigración con el tema de alienígenas, pero hasta ahí. Con personajes más bien planos y un guión muy mal investigado -ubican San José, Centro América en o cerca de México, carecen de una idea clara de las distancias dentro del territorio mexicano, ponen una selva en el norte del país con todo y una pirámide aparentemente maya junto a la frontera con Estados Unidos-, los errores que como mexicano pude notar a leguas me sacaron de la película. Si le agregamos un ritmo lento que se vuelve pesado, el trasfondo de plantear que tal vez los "otros" en verdad no son tan malos se diluye y pierde su importancia.

Contagio

(Steven Soderbergh, Estados Unidos, 2011)

Esta es una película de acción, pero no tiene balazos ni explosiones. La acción ocurre en laboratorios y salas de junta, donde hombres y mujeres trabajan sin descanso para descifrar el funcionamiento de un nuevo virus, localizar al paciente cero y encontrar una cura antes de que la pandemia deje a la humanidad diezmada. Soderbergh es un cineasta competente (y caigo en cuenta de que he visto muy pocas de sus películas, error que deberé corregir a la brevedad) que, no obstante, spielberguea hacia el final al ser demasiado complaciente. Pero la cinta no deja de ser absorbente y angustiante, con muchos personajes que demuestran el potencial del ser humano, desde el que menos puede ayudar hasta el que más, e incluso también para manipular y perjudicar.

30 minutos o menos

(Ruben Fleischer, Estados Unidos, 2011)


Esperaba más de esta película. Por ser del director de Zombieland (Estados Unidos, 2009), por contar con la actuación de Jesse Eisenberg, porque la premisa me parecía interesante o simplemente por tener a dos tipos con máscaras de chango en el poster. Pero nada de eso la mantuvo a flote. Nick es un baquetón que trabaja como repartidor de pizzas y no aspira a nada más en la vida. Esto "cambia" cuando un par de baquetones aún más huevones que él deciden ponerle un chaleco-bomba para obligarlo a robar un banco por ellos. Los personajes son anticarismáticos y carecen de desarrollo. La trama da giros predecibles y gastados. El final me deja igual, no me aporta nada en absoluto y sólo me quitó mi tiempo. Por fortuna, dura menos de hora y media, así que no perdí tanto.

El juego de la fortuna

(Bennett Miller, Estados Unidos, 2011)

Al parecer Miller tiene predilección por adaptar libros basados en historias reales. Después del éxtio obtenido con Capote (Canadá-Estados Unidos, 2005), nos trae esta historia sobre cómo Billy Beane, un jugador de baseball que prometía mucho en su juventud pero nunca logró despegar, cambió la manera de armar equipos al ser el manager de los Athletics de Oakland. Escogiendo a los jugadores en base a sus estadísticas de juego en lugar de su carisma, tendencia, trayectoria y su relevancia como estrellas, logra que un equipo con un presupuesto limitado rompa el record de más juegos ganados de manera consecutiva. Una lección sobre el valor que erróneamente puede dársele al dinero y sobre la imprtancia de pensar de manera diferente, la película es emocionante, entretenida y conmovedora a la vez. Recomendable para pasar un buen rato, pero no indispensable.

Masacre en Xoco


No hay mejor manera de pasar las fechas de Halloween y Día de muertos que viendo películas de horror. En la Cineteca Nacional lo saben, es por eso que organizaron una masacre en el pueblo de Xoco por segundo año consecutivo. En 2010, la masacre tuvo un inicio modesto, con dos películas y una charla cada día durante tres días, cerrando con un maratón de seis películas a lo largo del último día. Esta vez, la carnicería creció: a lo largo de tres tardes y un día completo, se proyectaron un total de quince películas, entre clásicos en formato 35 mm y estrenos internacionales. A continuación reseñaré brevemente las películas que pude ver (las que no reseño es porque ya las había visto en otra ocasión).


El primer día fue nombrado "La violencia entre nosotros", con tres filmes que retratan a gente común y corriente que por algún motivo u otro deben recurrir a la violencia. En Dios me lo ordenó (God told me to, Larry Cohen, Estados Unidos, 1976) se explora el fenómeno tan común en Estados Unidos en la década de los 70: los francotiradores y asesinos anónimos que se dedicaban a matar transeúntes al azar, muchas veces diciendo obedecer designios divinos. Fue la respuesta de Cohen al Superman de los comics, retratando a un alienígena que llega a la Tierra pero con no tan buenas intenciones.

 

Al día siguiente, se revisaron algunos "Clásicos del horror mexicano," comenzando con El espejo de la bruja (Chano Urueta, México, 1960). Al igual que en otra de sus películas, El barón del terror (México, 1962), la historia es buena pero tiene algunos huequitos y los efectos especiales van en detrimento del disfrute de la cinta. Y la época no es pretexto, hay cosas de décadas anteriores que logran crear efectos realistas en mayor medida. Una mujer es envenenada por su esposo para poder casarse con otra. Su madrina, una bruja, usa sus poderes para facilitar la venganza de su protegida. Con una secuencia inicial reminiscente de Häxan (Benjamin Christensen, Suecia-Dinamarca, 1922), la película empieza bien pero después se cae un poquito.


Siguió Misterios de ultratumba (Fernando Méndez, México, 1958), del mismo cineasta que dirigió El vampiro (México, 1957), la cual es más conocida pero, a mi parecer, menos lograda. La película trata sobre un pacto entre científicos, por medio del cual acuerdan que el primero en morir le comunicará al otro qué hay en el Más Allá. Introduciendo varios personajes más en una trama compleja desarrollada con buen ritmo y excelentes manejos, los sucesos se van desarrollando hasta que se cumple un destino funesto que había sido vaticinado al principio, demostrando que la arrogancia científica debe conocer sus límites.


La tercera función de la tarde fue Santo contra las lobas (Jaime Jimpenez Pons y Rubén Galindo, México, 1976). Tal vez el intento más serio por hacer una auténtica película de horror con el Enmascarado de Plata, su estética realista que casi raya en lo documental ayuda a crear una atmósfera verosímil que, sin embargo, no logra mantenerse hasta el final. Vamos, si vemos una película del Santo no podemos esperar gran credibilidad y el humor involuntario nunca está lejos. El ritmo pesado de la historia pudo más que yo y admito, no sin vergüenza, que me perdí del final.


La tercera jornada fue dedicada a "El terror ayer, hoy y siempre". El ayer fue representado por Tarantula (Jack Arnold, Estados Unidos, 1955), uno de esos clásicos de los años 50 que marcaron el subconsciente colectivo de la humanidad con criaturas gigantescas que, hasta la fecha, siguen populando la pantalla de plata. A pesar de sus limitaciones, los fotomontajes y efectos especiales están muy bien logrados y crean la verosimilitud necesaria para que la historia de un arácnido de proporciones brobdingnaguianas nos absorba (a menos, claro, que el espectador carezca del criterio suficiente para contextualizar el filme con su época).


El cine de hoy fue representado por El sanatorio (Miguel Gómez, Costa Rica, 2010), película que cuenta con el privilegio de ser la primera obra del género producida en su país. Comienza francamente mal, con un humor demasiado bobo y un abuso de la palabra "mae" (en un afán por demostrar que el lenguaje autóctono no alienaría a audiencias de otros países). Este falso documental sobre un sanatorio supuestamente embrujado cambia inadvertidamente de tono, dejando la parodia para volverse comedia bien hecha, con buenos chistes y ocurrencias bien manejadas. También ayuda la inclusión del atractivo de Mariana, personaje que hace de investigadora y que, con su nubilidad, logró convencerme de no abandonar la sala de cine. Una vez más cambia el tono de la cinta, de nuevo sin que se sienta forzado, al auténtico horror sobrenatural. A pesar de que la secuencia final es innecesaria, la película en su totalidad se salva y puedo decir que valió la pena verla. Y no sólo por la chica guapa.


El cuarto y último día de la masacre fue un maratón que revisó distintas propuestas del cine de género. Arrancó con Sobre-natural (The mist, Frank Darabont, Estados Unidos, 2007), adaptación cinematográfica de la novela homónima de Stephen King, de claras resonancias lovecraftianas. Bastante bien hecha, aunque en general no soy tan fan de ciertos elementos característicos de King. Me desagradan las posibles implicaciones del final y siento que la historia debería haber terminado varios minutos antes, pero de todas formas es recomendable.


Matar a un extraño (To kill a stranger, Juan López Moctezuma, México, 1982) es una cinta de culto a cargo de quien se dio a conocer con la controversial Alucarda (México, 1978). Alejándose del horror para explorar más bien el terror, nos presenta a Angélica María como una cantante italiana que decide reunirse con su marido en un país europeo no especificado, el cual está bajo el yugo de una brutal y represiva dictadura militar. Su coche rentado se accidenta en medio de la carretera y, en medio del camino, en un país extraño, sin hablar el idioma local, sin formas de comunicación (un recordatorio de que la gente no tenía celulares en alguna época), esta mujer recibe ayuda de un anciano. Pero éste, al llevarla a su hogar, demuestra no tener buenas intenciones. Un thriller implacable que obliga al espectador a preguntarse qué haría en una situación similar.


Dentro de la extensa filmografía de Tobe Hooper está Fuerza siniestra (Lifeforce, Gran Bretaña, 1985), que se niega a encasillarse en un sólo subgénero y rompe los límites entre ciencia ficción y horror. Plantea la existencia de una raza alienígena que dio origen al mito de los vampiros, quienes accidentalmente son traídos de vuelta a la Tierra y traen con ellos oleadas incontenibles de muerte. Con la impresionante presencia de Mathilda May -quien. por cierto, permanece desnuda durante casi todo su tiempo a cuadro-, la historia se desarrolla hasta alcanzar una victoria pírrica en nombre de la humanidad. O lo poco que queda de ella al final.


Otro estreno fue Sudor frío (Adrián García Bogliano, Argentina, 2010), película que no fue de mi agrado. Con un par de villanos que podrían dar para mucho más, los reduce a un par de viejos cascarrabias que desde chicos fueron sádicos y, al terminar su reino del terror como agentes del gobierno, decidieron torturar a la juventud para castigarla por su supuesta ignorancia. Retratando el choque generacional como algo vanal, abusando del diseño de audio para crear el efecto deseado en el público, recurriendo a excesos innecesarios y a desnudez gratuita (aunque de esa no me quejo tanto), me pareció francamente insufrible.


La última película que vi del maratón fue Masacre en el infierno (The Texas Chainsaw Massacre 2, Tobe Hooper, Estados Unidos, 1986), la cual se aleja muchísimo del tono de la primera entrega en esa saga (reseñada aquí). De por sí no me gusta mucho que digamos la original, esta secuela me pareció peor pues se reduce a secuencias en que una chica guapa corre gritando a todo pulmón, perseguida por un maniático con sierra eléctrica. Sí, eso me pareció un acierto en la primera película pues creó un cliché, pero repetirlo es otra cosa. Según Wikipedia, Hooper asegura que el tono de humor negro también estaba presente en la película original, pero los espectadores no lo notaron por el contenido realista e impactante. Tal vez, pero definitivamente los niveles de sátira se vuelven absurdos y ridículos en esta secuela y me dejaron con un mal sabor de boca.

Noctambulante - 3er Aniversario


Pareciera que fue ayer cuando el Galerón cerró sus puertas y, a los pocos meses, se anunció el modesto principio de un nuevo proyecto de Pánico de Masas: el Noctambulante. Todo comenzó una noche, en el jardín de una casa vacía en Coyoacán. La concurrencia fue limitada, pero la programación fue satisfactoria. Con el paso de estos tres años, nuestro pequeño mosntruo ha crecido desmedidamente. Nunca me hubiera imaginado que en alguna ocasión se rebasarían los mil espectadores en un maratón. A finales del mes pasado festejaron su tercer aniversario, el cual fue presagiado por el siguiente promo, dirigido por mi querido Carlos Meléndez y con un cameo de quien escribe estas palabras:


Repitiendo una de las sedes utilizadas anteriormente, se dio cita al público noctámbulo en el Centro Cultural Carranza -cuyas áreas fueron rebautizadas en honor a Vincent Price, Dario Argento, Tom Savini y George A. Romero. Las festividades dieron inicio el viernes 28, con la presentación de la revista electrónica conmemorativa del evento, con textos sobre cine, horror y demás intereses del público frecuente. Denle click acá para leerlo y/o descargarlo.


El atasque de películas comenzó con Llámenme Mike (Alfredo Gurrola, México, 1979) y contamos con la presencia del director para presentarla. Miguelito es un policía que asume la culpa por evidencia -cocaína- "desaparecida" por su superior tras una redada. En la cárcel es atacado por otros presos y termina con heridas craneales graves. Al recuperar la consciencia, se redenomina Mike (léase como "maik") y cree estar inmerso en intrigas internacionales contra los comunistas. Pero al enfrentar sus amenazas imaginarias, devela la red de corrupción que -aún ahora- está presente en todos los niveles de las supuestas fuerzas del orden.


Lo que vi a continuación fue el estreno oficial de El huésped, primer capítulo de la serie social de horror Herida abierta. Carlos Meléndez es también quien está tras este proyecto, el cual se propone hacer historias de calidad que giren en torno al horror sobrenatural en capítulos autocontenidos que se difundirán por medio de las redes sociales. En esta primera entrega, Abel y Aurora empiezan a vivir juntos en una casa que están restaurando, pero él empieza a sentirse mal: se siente observado, escucha ruidos extraños y su cuerpo empieza a mostrar cambios sutiles pero inquietantes. Rindiendo homenaje tanto a David Cronenberg como a Horacio Quiroga, esta historia versa sobre transformaciones orgánicas como reflejo de cambios psicológicos.


Posteriormente vi Hisss (Jennifer Lynch, Estados Unidos-India, 2010), que es una cosa extraña y no sé si me gustó. La hija de David Lynch sin duda tiene una forma peculiar de hacer cine, o al menos de escoger sus proyectos. Me gustó mucho Vigilancia extrema (Surveillance, Estados Unidos, 2008) y me emocionaba el prospecto de ver ésta, su más reciente obra, pero me llevé una decepción. Realizada como una producción comercial de Bollywood, esta historia sobre la Nagin -una especie de diosa/cobra hindú que busca venganza al ser separada de su reptílea pareja- podría caber perfectamente en la programación de Cinema Golden Choice, con todo y sus efectos especiales no tan bien logrados. No soy especialista en cine hindú, pero sí creo que Lynch le imprime una mayor dosis de violencia y sangre en su aproximación.


Debido a un cambio en la programación, terminé viendo una que no planeaba ver. Guinea Pig 3: He never dies (Masayuki Kusumi, Japón, 1986) es la tercera entrega en esta serie, infame por lo detallado y realista de los efectos especiales usados para mostrar violencia y mutilaciones diversas. Nunca me habían llamado la atención, el morbo no es uno de mis principales motores, pero al menos esta película tiene un tono más bien ligero. Un joven se encierra en casa para intentar suicidarse, pero al contarse y no sentir dolor sigue cortando y cortando hasta darse cuenta de que, como dice el título, no puede morir. Entonces decide utilizar esta dudosa ventaja para "torturar" a otros haciéndoles presenciar su automutilación.


La siguiente función la ocupó Dellamorte dellamore (Michele Soavi, Italia-Francia-Alemania, 1994), también conocida como Mi novia es un zombie o Cemetery man. Esta delirante película mezcla horror, comedia y erotismo de buena manera, contando la historia de un guardián de cementerio que se encarga de mantener a los muertos en sus tumbas cuando éstos regresan. Enamorándose de una viuda, su vida cambia drásticamente con la llegada de distintas variaciones de la misma mujer. Como me quedé dormido en una parte aparentemente importante de la cinta, no sé bien cómo interpretarla. No obstante, me gustó mucho y me parece muy buena, sin duda volveré a verla.


La última función de esta primera jornada fue Hobo with a shotgun (Jason Eisener, Canadá, 2011). Al igual que Machete (Robert Rodriguez & Ethan Maniquis, Estados Unidos, 2010), el origen de esta película fue el trailer "de a mentiras" que se hizo para Grindhouse (Quentin Tarantino & Robert Rodriguez, Estados Unidos, 2007) para después verse expandido a una obra completa. Similarmente, recurre a un guión al más puro estilo de las producciones de bajo presupuesto, a la violencia extrema y a los discursos improbables. Es divertida, ingenua y maniquea, aunque prefiero el idealismo moral que la ambiguedad sociopática que, por ejemplo, podemos ver en Super (James Gunn, Estados Unidos, 2010).


Pero aquí no acaba la cosa. Al día siguiente hubo más actividades, comenzando con pláticas a las cuales, lamentablemente, no pude asistir. También hubo más festín fílmico, comenzando con In the mouth of madness (John Carpenter, Estados Unidos, 1995). Quizá la más lovecraftiana de las obras de este director, incluso el título hace referencia a dos de las principales obras de Lovecraft, jugando con Innsmouth y las montañas de la locura. Un investigador para una compañía aseguradora analiza los casos alrededor de la supuesta desaparición de un prolífico autor de novelas de horror cósmico, develando un oscuro secreto que surgió como un engaño pero al poco tiempo se convirtió en realidad, amenazando a toda la existencia. Cada vez me gusta más y más este director, tengo ganas de revisar su filmografía completa.


The comedy of terrors (Jacques Tourneur, Estados Unidos, 1964) es una divertida comedia negra sobre un enterrador (Vincent Price) que intenta matar a su suegro (Boris Karloff) para quedarse con el negocio. Como de por sí las ventas no van bien, se dedica a matar gente adinerada para después enterrarlos, ayudado por su reticente secuaz (Peter Lorre) -quien en secreto está enamorado de la esposa de su patrón. Una serie de complicaciones macabras llevan a un desenlace por demás hilarante, si bien un tanto siniestro. Como dato adicional que puede ser de interés, es la penúltima cinta de Tourneur, pionero del cine de serie b.


Desde hace tiempo tenía ganas de ver La noche del terror ciego (Amando de Ossorio, España, 1971), concretamente desde que leí El horror en el cine y en la literatura, de Norma Lazo. También el director español César del Álamo la mencionó como una película de horror indispensable en la filmografía del género en su país. Con elementos que no pueden faltar en una buena película de horror (al menos en mi opinión), mujeres hermosas con poca ropa y tendencias bicuriosas, la historia es meramente un pretexto para mostrar caballeros templarios zombies. Obviamente tiene muchas deficiencias, pero no me decepcionó en lo más mínimo.


Por fin se me hizo ver la más reciente película de George A. Romero, Survival of the dead (Estados Unidos, 2009). Con algunos personajes de su cinta anterior, Diary of the dead (Estados Unidos-Canadá, 2007), Romero continúa con su reboot de la serie que le dio fama. Al igual que en el comic The walking dead, se nos presenta a grupos aislados de sobrevivientes tras el holocausto zombie que enfrentan a los redivios día a día, así como unos a otros. Como en todas las buenas historias de zombies, lo importante es lo que hace la gente en circunstancias extremas, no tanto el hecho de que los muertos se nieguen a permanecer muertos y que tengan un apetito insaciable. Romero nos demuestra que aún tiene el toque que lo convirtió en el rey de los zombies (figurativamente, claro) introduciendo elementos nuevos que mantienen fresca la franquicia en particular y el subgénero de muertos vivientes en general.


Aquí me toca poner una queja a los organizadores: tenía planeado ver Room 205 (Martin Barnewitz, Dinamarca, 2007) pero, debido a que les valieron los horarios y adelantaron su proyección, cuando llegué al área en que estaba ya llevaba veinte minutos de empezada. Y me niego a ver una película empezada. Molesto, no tuve más que dirigirme a otra área donde volví a ver Elukka (Tatu Pohjavirta, Finlandia, 2005), la cual ya antes había revisado en este blog. También pasaron Freaks (Tod Browning, Estados Unidos, 1932), la cual he visto muchas veces y, aunque me sigue pareciendo excelente, ya me la sé de memoria. Entonces decidí dormir un poco. También reseñé esta cinta con anterioridad, cuando estuvo en otro Noctambulante.


Y así terminaron los festejos, con mucho cansancio pero gran satisfacción. Supongo que todo el público que sigue fielmente al proyecto está ansioso por ver qué sigue, así como para seguir apoyando iniciativas como las playeras de colección Serie B, la renovación de la página de internet del colectivo y sus nuevas secciones (incluyendo una escrita por su servidor) y lo que sea que se les ocurra a continuación. Como quien dice, esto no se acaba con un FIN sino con un CONTINUARÁ...

Actividad paranormal 3


(Henry Joost & Ariel Schulman, Estados Unidos, 2011)

La primera (Oren Peli, Estados Unidos, 2007) me pareció bastante buena. Tiene el acierto de saber que da más miedo aquello que no podemos ver y logra hacer de una residencia suburbana común y corriente un lugar terrorífico. La segunda (Tod Williams, Estados Unidos, 2010) todavía está bien. El aumento en presupuesto solamente lleva a los realizadores a meter más personajes y más cámaras, pero conserva la sutileza de su predecesora. Explica un poco las cosas, pero mantiene el misterio. Hasta hubo una secuela japonesa no oficial, pero esa no la quise ver. Ahora, en la tercera entrega, ya desgastaron la fórmula. Muestran demasiado, abusan del diseño de audio estridente, no manejan bien el ritmo y explican más de lo prudente -cayendo en errores lógicos al tratar de justificar las cosas-. ¿Cultos satánicos que conservan evidencia de sus rituales en video para que, décadas después, un demonio la desaparezca? Por favor.

Relámpago

(Speedy, Ted Wilde, Estados Unidos, 1928)

Como podrán notar al ver la imagen de arriba, pude disfrutar de una función musicalizada en vivo en la Cineteca. Ya antes había visto otra película con Harold Lloyd dentro del mismo proyecto de Bandas Sonoras, la divertidísima El hombre mosca (Safety last!, Fred C. Newmeyer & Sam Taylor, Estados Unidos, 1923), en aquella ocasión musicalizada por Fernando Rivera Calderón. Como desconozco el resto de la filmografía de este actor cómico y sé que es uno de los grandes, no podía perderme de esta otra cinta. Harold Swift, apodado Speedy, ayuda a su futuro suegro para salvar el último tranvía jalado por caballo en Nueva York, enfrentando complots y sabotajes por parte de quienes se verían beneficiados al poner más medios de transporte motorizados. La crítica al ritmo vertiginoso del entonces aún incipiente siglo XX es a su vez presurosa, con un ritmo dinámico que mantiene al espectador riendo todo el tiempo. Las piezas compuestas por la Polka Madre para acompañar a las imágenes refuerzan este sentido de premura, a la vez que hacen disfrutable la función con sus ritmos eclécticos, influenciados por el jazz, obviamente la polca y el rock. Tras finalizar el filme, tocaron todavía un par de canciones a instancias del público que no paraba de aplaudir.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Primeras partes (casi) siempre fueron buenas


El pasado mes de octubre, como es costumbre, la Neurobunch y allegados nos reunimos en la afamada KGB para llevar a cabo nuestro maratón casero de cine. Esta vez decidimos revisitar aquellas primeras partes de sagas que poco a poco fueron desvirtuándose o mutando hasta convertirse en algo que casi nada tiene que ver con sus orígenes.


Antes de arrancar, tuvimos una pequeña función especial. Nuestro querido Carlos Meléndez, director estrella, proyectó para nuestro beneficio el primer capítulo de la serie Herida abierta, titulado El huésped. Pudimos disfrutar de dicho trabajo antes que nadie, pero lo reseñaré con mayor detenimiento cuando hable de su proyección dentro de Noctambulante.


Ya entrados en gastos, vimos otro trabajo de Carlos: Foco rojo. Este cortometraje fue realizado como parte del 48 hour film project México, el cual reunió a catorce grupos de participantes y, sorteando géneros, dio ciertos lineamientos para realizar filmes de máximo siete minutos. Cabe mencionar que el resultado de los esfuerzos de Mr. Blue (la productora de Carlos) fue merecedor del premio del público, entre otros. Sigan esta liga si quieren verlo ustedes mismos.


Para entrar en materia con el tema del maratón, arrancamos con Viernes 13 (Friday 13th, Sean S. Cunningham, Estados Unidos, 1980). Como con casi todas las slasher films, es interesante ver la postura moralista que condena el sexo entre adolescentes. Debido a un descuido de jóvenes consumidos por la calentura de sus hormonas, un jovencito murió ahogado. Desde entonces, una presencia vengativa se dedica a exterminar a quienes dan rienda suelta a sus pasiones carnales. Y a los que no también. Curiosamente, esta primera entrega no recurre a elementos sobrenaturales y forma parte más bien del género de terror, el cual fue abandonado por el horror desde la segunda parte.


Luego tocó su turno a Pesadilla en la calle del infierno (A nightmare on Elm street, Wes Craven, Estados Unidos, 1984), la cual cuenta con la primera actuación de un Johnny Depp muy chavito. La primera vez que vi este filme, el año pasado, tenía tanto sueño que me sentía como los personajes, pensando "no te quedes dormido, no te quedes dormido." Esta vez pude disfrutar mucho más de la magia de Craven, el cual se ha convertido en principal portavoz del subgénero slasher desde hace varios años. De nuevo son adolescentes calenturientos quienes se ven acosados, pero esta vez la amenaza es de origen sobrenatural y busca vengar un crimen de los padres al invadir el espacio onírico de sus víctimas. Lo mejor de la película es el planteamiento de que un sueño nunca es sólo eso.


Continuamos con The Texas Chain Saw Massacre (Tobe Hooper, Estados Unidos, 1974), quizá la primera película en la cual un demente armado con una sierra eléctrica corretea a una chica que grita desaforada a través de un bosque. "Inspirada" en el caso real de Ed Gain, lo impactante de este filme es su nivel de realismo casi documental, el cual convenció a muchos espectadores en su época de que estaban presenciando algo verídico. Si bien no me encanta pues considero que le falta historia -se limita a presentar a un grupo de personajes que nunca se desarrollan y mueren rápida y brutalmente-, su importancia histórica es innegable.


Para terminar, vimos la primera de Chucky, el muñeco diabólico (Child's play, Tom Holland, Estados Unidos, 1988). Ignoro si ese era su título en español, pero así es como todos la conocemos. Holland, de quien también conozco Fright Night (Estados Unidos, 1985), hace un excelente trabajo experimentando con una cámara en primera persona desde la perspectiva del diminuto asesino. Un criminal de la peor calaña es herido mortalmente y, para preservarse, transfiere su esencia a un muñeco. Posteriormente, intentará hacerse con un cuerpo nuevo, eligiendo al niño que dichoso recibió al malhabido juguete como obsequio. En general, las siguientes dos secuelas me parecían bastante buenas también, pero esta primera parte es excelente y autocontenida. Me recordó esas tardes cuando la pasaban en el canal 5 y no podía evitar quedarme pegado al televisor.

El árbol de la vida


(Terrence Malik, Estados Unidos, 2011)

Gracia y Naturaleza. Sacrificio y apetito. Voluntad e instinto. El Dios del Nuevo Testamento y el del Antiguo. Perdón y castigo. Bien y Mal. Son algunos de los absolutos en medio de los cuales el Hombre se encuentra siempre atrapado, nunca por completo libre del influjo de ellos. En su camino de bifurcaciones múltiples, el ser humano debe decidir qué rumbo tomar. Por más que aspira a renunciar a su naturaleza, ésta nunca lo deja en paz y, al seguirla, se aleja de la Gracia Divina. Una vez dañado el lazo con ésta, la reparación es imposible. El hombre se parece más a su especie que a su Creador, muy a su pesar. No obstante, debe continuar protagonizando el breve capítulo que le corresponde interpretar en la historia de la Creación. Estas son las reflexiones que despertó en mí la más reciente cinta de Malik, legendario realizador que se vio favorecido al recibir la Palma de Oro en Cannes con ella. Según yo, es una película sobre Dios y sobre la vida. Me hizo recordar la conexión que sentía tener con el Divino durante mi infancia, así como los motivos por los cuales dejé de creer en Él. Este hermoso filme es ampliamente recomendable, pero con reservas: puede resultar pesado para quien no acostumbre ver cine contemplativo. Es como 2001: A space odissey (Stanley Kubrick, Reino Unido-Estados Unidos, 1968) en cuanto a su belleza, que va a la par de las dificultades que presenta al espectador, pero nunca se vuelve pretenciosa ni pedante. Su escala simplemente corresponde a la magnitud de los temas que aborda.

I'm still here

(Casey Affleck, Estados Unidos, 2010)

Arriesgado falso documental, que sigue la trayectoria de Joaquin Phoenix tras haber anunciado su supuesto retiro del mundo de la actuación para convertirse en estrella de hip hop. Es a la vez una crítica al star system, a todos los advenedizos que quieren aprovechar su fama en un entorno para trasladarse a otro, y una reflexión sobre el poder de los medios para propagar y difundir memes viralmente. El "personaje" que interpretó Phoenix durante los varios años que duró la filmación del proyecto es insoportable y me queda la duda de qué tanto se parece al verdadero Joaquin. ¿Hasta qué punto puedes actuar cuando estás interpretándote a ti mismo? ¿Cuál es el límite entre la realidad y la ficción? Fuera de los interesantes cuestionamientos que pueda despertar, el filme se siente pesado y es muy experimental. El hermano menor de Ben Afflek tiene un debut de dudoso éxito como director. No recomendable más que para clavados como su servidor.

Detrás de las paredes

(Jim Sheridan, Estados Unidos, 2011)

Tomada de pelo que, contada en orden cronológico, pierde todo el chiste. Para demostrarlo, ahí les va el spoiler (léanlo bajo su propio riesgo): un asesino de poca monta es contratado para matar a la ex esposa de un tipo adinerado, por equivocación entra en la casa de los vecinos y mata a la mujer incorrecta. El marido de la occisa llega tarde para salvarla, recibe un golpe en la cabeza y queda confundido. El malhechor huye y el viudo es culpado por las muertes de su esposa e hija. Para sobreponerse, crea una personalidad alterna y sale del manicomio para regresar a la casa en ruinas de su pasado, pero él la ve entera y resplandeciente. Los hechos se le van revelando hasta que duda de su cordura. El asesino y aquel que lo contrató vuelven para completar su trabajo, matando a la vecina y culpando nuevamente al desafortunado protagonista -quien ahora tiene fama de loco-. Lo que parece ser el espíritu de la difunta interviene para salvar el día. En resumidas cuentas, vueltas de tuerca forzadas, explicaciones excesivas e indesición por el género: nunca supe si en realidad había presencias sobrenaturales o si sólo se trataba de alucinaciones. Tache.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Los comics van al cine (por tercera vez)


Los colaboradores de la revista Comikaze han estado organizando maratones nocturnos de cine de manera trimestral. No me enteré del primero, el segundo coincidió con un neuromaratón casero. No me iba a ser posible asistir al tercero tampoco, pero afortunadamente se pospuso el compromiso que tenía para esa fecha y pude darme una vuelta. Ya tenía rato -meses- de no ir a maratones nocturnos y buena falta me hacía. El evento aquí reseñado tuvo datos de trivia, café, regalos, revistas Comikaze (con un coqueto botón de Swamp Thing) y muchas cosas más. En general, fue una grata experiencia y ya quiero que organicen otro.


La noche arrancó con el primer episodio de la serie japonesa de Spider-Man, titulado algo así como Supaidaman: Time of revenge has come! Beat down Iron Cross group! En 1978, Marvel cedió los derechos sobre el personaje a la Toei, otorgándoles el permiso de hacer lo que quisieran con el mismo. El resultado fue una serie en la cual sólo se conserva el nombre del héroe y su traje de spandex, pero todo lo demás es radicalmente distinto: con poderes de origen extraterrestre, Takuya Yamashiro combate al grupo Iron Cross para vengar la muerte de su padre, enfrentando a monstruos gigantes asistido por su propio robot Leopardon, al más puro estilo Ultraman.


Luego vimos una auténtica antigüedad, el primer episodio del primer serial de películas de Batman, producido en 1943: The electrical brain. Dirigido por Lambert Hillyer, con Lewis Wilson y Douglas Croft como los primeros Batman y Robin de carne y hueso, este serial se apega mucho al espíritu de los orígenes del personaje, más como un vigilante pulp que como un superhéroe. Y combatiendo la amenaza amarilla tan característica de esa época.


La siguiente función fue Flash Gordon (Mike Hodges, Estados Unidos, 1980). Ingenua, ligera y bienintencionada, musicalizada por Queen, esta cinta es una auténtica joya. De esas cosas que, si hacemos a un lado la pedantería, podemos ver que son maravillosas por su espontaneidad que la acerca al cine de serie B, a pesar del gran presupuesto con el cual gozó. La edición que se proyectó incluye una breve entrevista con el ilustrador extraordinario Alex Ross, quien elaboró la portada para la misma (mostrada arriba), y que nos explica precisamente por qué es indispensable ver esta película al menos una vez en la vida.


Como el final del capítulo de Batman nos dejó tan picados, vimos el segundo episodio: The bat's cave. Lamentablemente, todos los episodios terminan en cliffhanger, por lo que habré de conseguir el resto del serial para verlo por mi cuenta. Pero vale la pena, es de esos clásicos que envejecen con dignidad.


En el momento más difícil de la noche tocó turno a Swamp Thing (Wes Craven, Estados Unidos, 1982). Cosa rara, atípica en la filmografía del reconocido director de horror, con un ínfimo presupuesto y un disfraz para el personaje que deja mucho que desear, padece de un ritmo lento y un tanto pesado, más aún a esas alturas de la madrugada. Preferiría por mucho volver a ver la serie televisiva que surgió a raíz de esta película.


Acercándonos al final, vimos Nick Fury: Agent of S.H.I.E.L.D. (Rod Hardy, Estados Unidos, 1998). Cinta hecha para televisión -y se nota-, con un guión a cargo de David S. Goyer -famoso hoy en día por sus guiones para los filmes de Batman dirigidos por Christopher Nolan- y la infame aparición de David Hasselhoff como el personaje titular. Lo que sea de cada quien, a pesar del bajo presupuesto y lo que podría esperarse de la participación del otrora "guardián de la bahía", el resultado es bastante cercano al espíritu de los comics de los 90. Vale la pena darle una oportunidad.


Para terminar la noche, vimos Super (James Gunn, Estados Unidos, 2010), película que nunca tuvo estreno comercial en nuestro país. Cuando vi el trailer, pensé que se tratar´¿ia de una especie de "Kick-ass meets Juno" por la estética indie y el tema de un vigilante urbano que decide hacer justicia por su propia mano inspirado por los superhéroes de las viñetas. No podía estar más equivocado. El realizador, quien comenzó su carrera escribiendo guiones para la Troma, nos presenta a gente enferma que se involucra en situaciones enfermas con desenlaces igualmente enfermos. Personas con moralidad más que ambigua, que pierden el control de lo que están haciendo y derraman sangre de manera preocupante. La violencia mostrada es muy realista y cruda, alejándose de lo que en un principio podría hacer sido graciosos y resultando francamente brutal. Inquietante y perturbadora, esta cinta amerita hablar a más profundidad de ella, cosa que haré más adelante.

Y así terminó una bonita velada de mucho spandex, superpoderes y datos geeks. Mis felicitaciones a los organizadores, se ve que saben hacer maratones nocturnos.