miércoles, 29 de junio de 2011

Vecinos de la Tierra


Este es uno de los primeros libros de Alberto Chimal, por ende un tanto difícil de conseguir. Yo tuve la fortuna de poder tomarlo en prenda de la biblioteca de mis amigos Ana Paula y Miguel. Se nota su pertenencia a la etapa temprana de sus escritos pues la prosa no es tan pulida como en obras más recientes y resulta un poco pesado, pero ya se ve desde aquí el potencial del autor para crear mundos fantásticos sólidos y completos.

El libro es uno de esos que pretenden ser volúmenes antiguos y apócrifos, creando la impresión de estar leyendo un documento histórico de otro mundo o de un tiempo remoto y hace mucho desaparecido, con todo y referencias a otros tomos ficticios. Consiste en un listado incompleto que describe cincuenta de los dos mil trescientos setenta y cinco pueblos que conforman a la gente del mundo. Se nos cuentan sus rituales y tradiciones, lo que los hace diferentes de los demás y similares al resto de nosotros. Para terminar esta breve reseña, transcribiré mi pueblo favorito:


Odio

Los birrah* creen que el mundo es hostil a la vida de los hombres; que contra ellos, para destruirlos, todas las cosas, todos los seres, aun los cielos y cuanto está sobre los cielos libran una guerra sorda y constante. Por eso, dicen, cae el rayo. Por eso pican las abejas, muerden los perros, albergan veneno las setas y los tallos de macuz. Por eso se rompen los cántaros, arden las casas, se quiebran los mástiles, rugen las aguas cuando el mar sepulta a las embarcaciones. Por eso el deterioro y la muerte. (Duermen poco durante la infancia, pues tardan en comprender que el infortunio llega a pesar de la vigilia.)
     Pero ninguno de ellos se resigna a su hado. Cada dolor, accidente o desgracia les parece una afrenta que ha de vengarse. Así, tienen por ley no poseer objeto alguno y destruir los de otros; dar muerte a todo animal, tronchar y quemar toda planta que encuentren; derramar venenos en las aguas, echar sal en la tierra, dispersar en el aire polvos infectos y humos pestilentes...
     Vagan desnudos por Yermo Sin Sol y esperan que un día, como sus profetas les han presagiado, nazca entre ellos un campeón que se levante y destruya al universo.

* "Los Que Nos Vengamos"

La isla de las 100,000 tumbas


En su más reciente obra, el artista noruego Jason une esfuerzos con Fabien Vehlmann, quien se hace cargo del guión. De este modo, es refrescante poder disfrutar del característico estilo gráfico de Jason pero en una historia que, a pesar de ser tan oscura y violenta como lo que acostumbra escribir él mismo, se enriquece por la aportación de elementos ajenos a sus temas recurrentes.


Gwenny, una niña cuyo padre desapareció tras embarcarse en una búsqueda de tesoro, encuentra un mapa que conduce a la ominosa isla titular con las mismas promesas que le hicieron perder a su progenitor. Con la intención de encontrarlo o al menos descubrir cuál fue su destino, consigue la ayuda de un grupo de piratas, uno en particular con un terrible secreto.


Al llegar a la isla, descubren una escuela secreta de torturadores y verdugos, donde varios niños estudian para ser los mejores en dichas profesiones. Haciendo frente a la muerte misma y con alianzas inesperadas, la búsqueda de nuestra protagonista llega en medio de una auténtica masacre. A pesar de lo sórdido que pueda sonar, Jason no se aleja de su tono humorístico. Los momentos de comicidad lacónica no faltan, ni tampoco echaremos de menos las reflexiones introspectivas.


Por otra parte, Hubert, el colorista de cabecera del artista, también va más allá de su terreno acostumbrado y amplía su paleta de colores, incorporando tonos más claros. Otra diferencia con el resto de la obra jasoniana es la longitud: tal vez precisamente por contar con la colaboración de un escritor, la historia es más extensa de lo que estamos acostumbrados y esto se agradece. No sé ustedes, pero yo no me canso de Jason y su trabajo más reciente es una valiosa adición a mi biblioteca personal.

lunes, 27 de junio de 2011

Memorias sesgadas de un hombre en el fondo bueno y otros cuentos hueros


Mi estimado Carlos Meléndez me hizo el favor de prestarme este librito tan divertido que, al parecer, es un tanto difícil de conseguir. En él, Francisco Hinojosa nos trae siete cuentos que retratan, yendo de lo mundano a lo fantástico, la idiosincrasia del mexicano.

En el relato titular, un dramaturgo nos cuenta de su paso por la política nacional, sus amoríos, su inesperada llegada a la presidencia y su claudicación de la misma. Un ejemplo de belleza es una sátira que critica al mundo del arte, a todos esos "creadores" que hacen pura idiotez pero todo mundo los elogia. Relato de espantos en tierra nevada nos presenta a unos gordos que desayunan a la hora de cenar y vice versa, a quienes ocurren fenómenos aparentemente sobrenaturales durante un fin de semana. En Explicación, un hombre de calidad humana dudosa y con una esposa igual de moralmente ambigua intenta explicar precisamente (sin mucho éxito) por qué dice que ellos se parecen a Tolstoi y Curie. La averiada vida de un hombre muerto es un listado de cien sucesos que conforman la historia de un hombre de origen humilde que lleva a cabo acciones casi siempre ilícitas y miente sobre su pasado para reconstruirlo. People are strange versa sobre un anciano y su joven nieto que padecen de una extraña enfermedad, la cual va mermando sus cuerpos y les augura una muerte segura... que resulta no ser tan certera como esperaban. Para terminar, Historia de lo que sigue es el recuento de una noche en la que el alcohol y el deseo se mezclan con la muerte para desembocar en violencia y sexo desenfrenado.

A pesar de retratar aspectos negativos de la humanidad, los aborda con mucha naturalidad y evita caer en juicios morales innecesarios. Otro gran acierto es que ninguno de los relatos termina con la muerte del protagonista... y cuando lo hace, le da la vuelta con mucho ingenio. En resumidas cuentas, esta antología es una lectura ligera y muy recomendable.

lunes, 20 de junio de 2011

Livin' la vida loca


En esta ocasión, el tema del neuro-maratón para el mes de julio fue la locura. De una lista de cerca de veinte distintas películas, hicimos una selección para pasar la noche viendo manicomios, alucinaciones y demencia. (Para quienes no sepan de qué hablo, les comento de volada que entre un grupo de amigos autodenominado la Neurobunch organizamos una vez al mes un maratón nocturno de cine; hay buena compañía, buena charla, buenas películas, pizzas caseras, café, refresco, etc.; si se les antoja asistir, no duden en hacérmelo saber.)


Para empezar, vimos Equus (Sidney Lumet, Reino Unido-Estados Unidos, 1977), basada en la obra de teatro del mismo nombre que fue centro de una reciente polémica por la participación de Daniel "Harry Potter" Radcliffe como el protagonista. La historia es narrada por un psicólogo cuya visión del mundo -y de la utilidad de su profesión- se han visto destruidas tras su encuentro con el joven Alan Strang, quien fue puesto bajo su cuidado tras dejar ciegos a seis caballos con una hoz. Una historia en la que la represión sexual se une a la culpa católica para trastornar la auténtica pasión y convertirla en algo dañino que necesita ser eliminado. No dudo que Alan Moore se haya inspirado en esta obra para la secuencia en que Rorsarch le revela su origen al psicoanalista, derrumbando así su mundito de orden y pulcritud.


Proseguimos con Crónicas de un asesino en serie (también conocida como Memories of murder o bien Salinui chueok, Bong Joon-ho, Corea del Sur, 2003), la cual fue la excepción de la noche pues no se trataba de un retrato de la locura... pero teníamos muchas ganas de verla. Un grupo de policías provincianos se ven incapaces de resolver una serie de crímenes debido a sus limitados recursos. Al igual que (como se rumora) ocurre en México, estos "detectives" recurren a golpear a un sospechoso hasta que éste admita culpabilidad. Las cosas cambian cuando envían a un policía de Seúl para ayudar con la investigación. Basada en el primer caso conocido de asesinos seriales en ese país, también adapta el guión de una obra teatral inspirada en los mismos hechos.


La siguiente función fue Atrapado sin salida (One flew over the cuckoo's nest, Milos Forman, Estados Unidos, 1975), con la que quizás sea la mejor actuación de Jack Nicholson. Basada en la novela del mismo nombre, nos cuenta la historia de un criminal de poca monta al cual internan en un psiquiátrico para ver si su agresividad es ocasionada por un desequilibrio mental. Viéndose en relativa libertad, McMurphy se la pasa de lo lindo confrontando con su caos al orden encarnado en la enfermera principal, Mildred Ratched. Un montón de locos que más bien necesitan comprensión, un intento de fuga, una fiesta nocturna, los métodos inhumanos con que se acostumbraba "curar" los malestares mentales y un personajazo increíble -el Chief- se van entrelazando hasta culminar en un confrontamiento con la vida misma en riesgo. Todas las actuaciones son estupendas, es una de esas películas obligatorias para todo buen cinéfago.


Como empezamos tarde y las tres películas duran poco más de dos horas cada una, el sol nos sorprendió al salir antes de lo que hubiéramos deseado, impidiéndonos ver más. Fue por eso que pedí algunas "para llevar" y continué en casa tras unas cuantas horas de sueño. Continué con Jacob's Ladder (Adrian Lyne, Estados Unidos, 1990), thriller psicológico sobre un veterano de Vietnam que regresa de la guerra para descubrir que su hijo menor falleció durante su ausencia. Esto lo lleva a abandonar a su esposa y a sus otros dos hijos, dejar su prominente carrera para trabajar como cartero y a vivir sumido entre la depresión, la paranoia y visiones demoníacas. Mezclando una conspiración militar con drogas experimentales y flashbacks sobre la guerra, la película es memorable por el final "inesperado" que, al menos yo, vi venir desde el principio.


La última función en mi segunda parte al maratón fue Lunacy (ŠíleníJan Švankmajer, República Checa-Eslovaquia, 2005). Adaptando libremente un par de cuentos de Edgar Alan  Poe y tomando elementos de la literatura del Marqués de Sade, el director checo hace uso de algunas herramientas del cine de terror para reflexionar sobre la locura y las formas de tratarla. La blasfemia y el libertinaje, ¿son síntomas de desequilibrio? Después de todo, ¿qué es normal y quién lo decide? Tal vez la aparente cordura es sólo otra forma de insania, quizás todos en el mundo estamos locos.

Para terminar esta reseña, compartiré con ustedes un cortometraje de Švankmajer que viene como extra en el dvd. Tampoco tiene que ver con la locura, pero está muy divertido.

DMZ


Estados Unidos se caracteriza por ser un país que se beneficia enormemente de la llamada economía de guerra. Tal vez por esta razón se han entrometido en tantos conflictos armados por todo el mundo a lo largo de varias décadas. Pero la política belicosa ya no es tan popular con los habitantes, cada vez hay más disidentes que se manifiestan en contra de dichas intervenciones. Ahora imaginemos lo siguiente: ¿qué pasaría si la tendencia pro-guerra por parte del gobierno aumentara? ¿Si enviaran fuerzas armadas a varios países simultáneamente, digamos unos tres o cuatro? ¿Y si esto se mantuviera durante un largo período de tiempo, más o menos una década? Obvio la guerra tendría que financiarse de algún modo y los que pagarían el pato serían los ciudadanos comunes y corrientes. ¿Por cuánto tiempo aguantarían?

Matty disfrutando de la comida china local.

Este título, que vio la luz por primera vez a finales de 2005, nos plantea que una situación similar desencadenaría protestas y que éstas, a su vez, se volverían cada vez más organizadas. La conclusión lógica sería una revuelta que desembocara en una segunda guerra civil. Es así como se forma el Free States Army, el cual se contrapone a los planes de los Estados Unidos. Avanzando hacia la costa este, donde se encuentran tanto la capital política (DC) como la cultural (Nueva York) van acumulando victorias hasta llegar a un punto muerto en la isla de Manhattan.

Mapa que muestra la división del territorio.

La ciudad de Nueva York es demasiado grande como para ser ocupada, pero también presenta la misma dificultad para ser defendida. De este modo, se convierte en una zona desmilitarizada (DMZ significa de-militarized zone), una tierra de nadie en donde ninguna de las dos facciones tiene dominio y la gente que se vio atrapada en ella -o bien, que se negó a dejarla- vive día a día con la incierta realidad de la guerra.

En lo personal, me encantan las historias distópicas y/o post-apocalípticas, todas esas de zombies o post-guerra nuclear o post-algún cataclismo natural en las que la humanidad se ve reducida a un estado casi barbárico y de supervivencia casi animal. Este comic me hizo ver que ese tipo de realidades no pertenecen exclusivamente a futuros posibles, sino que se viven a diario en diversas partes del globo terráqueo. La guerra tiene este efecto, la población que se ve en medio del fuego cruzado entre facciones encontradas enfrentan las mismas dificultades para conseguir alimento o refugio. Pero la vida no se detiene nunca, ni siquiera en estas condiciones.

Así es como el ejército "limpia" sus errores.

Trasladando a Vertigo el mundo que ha creado en sus obras independientes (Channel Zero, Jennie One, The Couriers), Brian Wood nos muestra a una juventud rebelde y creativa que no reconoce límites. En la que promete ser su obra más importante, este artista radicado en NY se dedica a explorar también las actividades de los refugiados: la vida nocturna, la creación artística, la música, los restaurantes. No todo es pelear o hacerse la víctima, los jóvenes siempre tendrán alguna forma de manifestarse que no implique llenar de balas al otro.

Cuando Matty conoció a Zee.

El protagonista es Matty Roth, estudiante de periodismo que se ve atrapado en la isla sin quererlo, pero con todo el equipo necesario para reportar noticias de verdad. Tiene la oportunidad de contarle al mundo la realidad de la gente que vive ahí, más allá de las mentiras que comparte el canal oficial o los mitos que se propagan sin fundamento. También puede conocer la perspectiva del otro bando, de las milicias locales que luchan por defender su territorio, de los ambientalistas que protegen Central Park, de las etnias residentes y de las víctimas de la violencia que se ha vuelto cotidiana para ellos a la vuelta de los años.

Con una estética que mezcla el diseño publicitario con el arte callejero, Wood también se hace cargo de las portadas de la serie y de algunos interiores a modo de collage, aportando una especie de intermedios que se encargan de describir más el entorno que a los personajes.

El derruido panorama de Manhattan.

El artista principal de la serie es el italiano Riccardo Burchielli quien, a pesar de nunca haber puesto pie en la ciudad de Nueva York, ilustra lugares que han aparecido en tantos otros comics y películas que nos resulta familiar. Aunque aquí vemos ese terreno transformado por la ruina y la devastación, no deja de ser reconocible. El estilo de Burchielli me recuerda a otros grandes dibujantes de comics: sus caras -en particular los ojos- me hacen pensar en Joe Quesada; su uso de sombras -complementado por los colores de Jeromy Cox- se parece al de Eduardo Risso; y sus cuerpos alargados con perspectivas deformantes hacen que venga a mi mente el diseño de personajes de Peter Chung (Aeon Flux). También a ratos me hace pensar en la familia Kubert: Andy, Adam e incluso Joe. Tendré que analizar más su estilo para encontrar su "voz" propia, supongo que conforme avance la serie podrá desarrollarlo sobradamente.

El primer trade, On the ground, nos narra la llegada de Matty a la isla, donde se enfrenta a una realidad que ni siquiera imaginaba y conoce a Zee, una practicante de medicina que decidió quedarse para ayudar a quien lo necesite. El nuevo reportero sabe cómo jugar sus cartas y logra quedarse como corresponsal oficial.


La historia continúa en Body of a journalist. Aquí se expone el papel que juegan los medios en la "guerra de la percepción." En toda cobertura de noticias, es inevitable sospechar que no se nos está contando todo lo que ocurre. Si las cosas son realmente como en este volumen, sabemos mucho menos de lo que imaginamos.


Public works aborda el tema de las polémicas "reconstrucciones," esos contratos multimillonarios que son otorgados con exclusividad a compañías que sólo se involucran en el conflicto aportando sus propias fuerzas de seguridad. Matty se infiltra como trabajador indocumentado para descubrir una conspiración contra la ONU mucho más grande de lo que esperaba.


A la fecha se han publicado diez trades, pero desafortunadamente no han contado con una buena distribución en la tienda de siempre. Por eso mismo tendré que conseguir el resto de la serie conforme la vayan resurtiendo. Pero si pueden, échenle un ojo. Si les gustan los comics realistas, complejos e inteligentes, se sentirán en casa con DMZ.

Fantastic Mr. Fox

(Wes Anderson, Estados Unidos-Reino Unido, 2009)

En su más recciente película, Anderson dejó de lado a los actores para meterse de lleno al mundo de la animación stop-motion. El resultado es una excelente y divertidísima película de aventuras con todos los sellos característicos de la filmografía de este director: ropa setentera, conflictos emocionales, familias disfuncionales y una canción de los Rolling Stones.


Cuando este filme se estrenó en nuestro país tuvo una cortísima temporada en un número muy limitado de salas... y sólo hubo versión doblada al español, por lo que no pudimos gozar del talento de George Clooney, Meryl Streep, Bill Murray y Willem Dafoe, entre otros. Para no quedarme con las ganas, renté esta película y pude escuchar las voces originales. El soundtrack incluye, además de la mencionada y obligada rola de los Stones, varias de los Beach Boys y una contribución de Jarvis Cocker (ex-vocalista de Pulp) -quien, por cierto, también tiene un papel menor.

El gran Bill Murray durmiendo en el trabajo.

Como siempre con este director, su nivel de atención a los detalles -por pequeños que estos sean- está presente aquí también. Al recurrir a la animación cuadro por cuadro se utilizó un número considerable de maquetas, escenarios y figuras para dar vida, movimiento y, sobre todo, emoción a los personajes. Los animales tienen rostros muy expresivos y se recurre a muchos close-ups frontales a sus caras, mostrando el surgimiento de una lágrima, el movimiento de sus orejas o el viento agitando su pelambre. Incluso en la forma de moverse se nota el sello del autor. Y las escenografías tampoco escatiman en la minuciosidad, con una atención meticulosa en el diseño de arte.

El director pasando lista a sus "actores."

La trama está muy ligeramente basada en la novela infantil del mismo nombre escrita por Roald Dahl, prolífico y notable escritor de literatura ya sea infantil o de otro tipo. Aunque no he leído el libro, es evidente que la cinta deja a un lado el tono oscuro de los relatos de Dahl para irse más por el lado de las historias características del director.


El filme nos cuenta la historia del titular Mr. Fox, ladrón de gallinas (y otras cosas) a quien su esposa, al descubrir que está encinta, le pide que deje su vocación por una actividad menos peligrosa. Años más tarde, como un supuestamente popular columnista en el periódico local, la falta de acción en su vida lo lleva a comprar una costosa casa en el interior de un árbol que colinda con las granjas de los tres hombres más peligrosos de la zona: Boggis, Bunce y Bean.


Regresando a las andadas y evitando que su esposa se entere, sus correrías desatan la desmedida represalia de los granjeros y ponen en riesgo no sólo a su familia sino a toda la comunidad de animales que habitan dicha área. Es así que Mr. Fox y compañía deben hacer frente a sus propias naturalezas y a sus enemigos.

viernes, 17 de junio de 2011

Empowered Special # 2: Ten Questions for the Maidman


A manera de tenetempié en lo que sale el séptimo volumen de la serie (anunciado para la primavera del próximo año, tan lejana todavía...), Adam Warren une esfuerzos con Emily Warren (dicen no estar relacionados) para brindarnos un breve capítulo en la vida de la que debería ser la superheroína favorita de todos. A pesar de que sigue terminando atada y amordazada con frecuencia, se ve que también ha aprendido a defenderse mejor. Además de que a veces cuenta con la ayuda de Maidman, superhéroe trasvesti que se viste como mucama francesa e intimida a los villanos con su corta y reveladora minifalda. También podemos ver que Emp sigue demostrando tendencias sexuales exploratorias.

Intercalando páginas en blanco y negro (a cargo de Adam) y a todo color (por Emily), se entrelazan dos historias: una sobre la influencia de Maidman en la vida de Emp y otra protagonizada por él mismo. Si quieren ver un avance del comic, píquenle aquí. Si aún no conocen a la grandiosa Empowered, lean mi reseña acá.

8 minutos antes de morir

(Source Code, Duncan Jones, Estados Unidos, 2011)

Para variar, el título en español está del nabo. Pero no se desanimen por eso, ya que se trata de una excelente película de ciencia ficción inteligente y crítica.

Como podemos ver en el trailer, un hombre "despierta" en un tren pero no recuerda cómo llegó ahí. La joven en el asiento de enfrente parece estar hablándole pero él no la ha visto nunca antes; ella está convencida de conocerlo y lo llama por otro nombre. Cuando va al baño, ve a otro hombre en donde debería estar su reflejo. Todo esto se ve interrumpido cuando el tren explota. Es así como nos enteramos que el capitán Colter Stevens forma parte de un proyecto científico del ejército a través del cual puede "revivir" los últimos ocho minutos de vida de un hombre que falleció en el ataque al tren. Su objetivo es descubrir al terrorista para evitar un segundo ataque.


El programa que le da su título (el original, desde luego) a la cinta le permite a Stevens visitar realidades alternas, en las cuales puede interactuar de diferentes maneras con el resto de la gente. Pero el ataque ya ocurrió en nuestra realidad, así que su enamoramiento hacia su acompañante (o más bien la acompañante del occiso) tiene tintes de fatalidad. Y su intención de salvarla es fútil.


Este es el segundo trabajo de Jones -quien, por cierto, es el hijo de David Bowie- y en él, al igual que en su opera prima Moon (Reino Unido, 2009), se pueden ver sus inquietudes: una corporación (empresa privada o ejército) que miente, manipula y abusa de su personal, un protagonista cuya identidad e individualidad se ve cuestionada, un mundo en que la tecnología nos hace esclavos en lugar de amos. Aunque en esta ocasión él no escribió el guión, sino que éste es de la autoría de Ben Ripley (y qué buen trabajo hizo).


Jake Gyllenhaal le da presencia en pantalla a cualquier personaje, ya sea un adolescente sociópata (Donnie Darko, Richard Kelly, Estados Unidos, 2001) o un vaquero gay (Brokeback Mountain, Ang Lee, Estados Unidos, 2005). Y su química con Michelle Monaghan ayuda mucho a que la relación amorosa sea creíble. Por otra parte, también tenemos a Vera Farmiga, quien se ve guapísima como una mujer militar. Y estos mismos actores dan a sus personajes un profundo sentido de humanidad, lo cual es fundamental para que la historia funcione.


Hay algunas cositas que no me encantaron, hubiera preferido un final menos edulcorado (spoiler en blanco, resáltenlo sólo si ya vieron el final o si no les importa que se los arruine: hubiera preferido que Colter y Christina se hubieran quedado "congelados" en el beso para siempre, haciendo de él un beso tetradimensional -de esos que duran para siempre). Pero en su conjunto, es una excelente película. Tal vez de las mejores del año. Ya el tiempo lo dirá.

Bala mordida

(Diego Muñoz Vega, México, 2009)

En esta opera prima, el director nos trae una película cuyo tema empezó a investigar desde el año 2000. A pesar de tratarse de un tópico visto muchas veces, tal vez nunca se había examinado tan minuciosamente: la corrupción en la policía de nuestro país. Con un panorama en el que todo es gris, todos son parte de la corrupción y no hay solución alguna, el filme narra una historia bastante sórdida, sin llegar a ser demasiado.


La participación de Damián Alcázar inevitablemente me hizo recordar los trabajos de Luis Estrada (La ley de Herodes, El infierno), pero por fortuna Muñoz elige un camino distinto al de la sátira. En lugar de eso, nos cuenta una historia realista y comprometida que también evita caer en el melodrama, aunque tal vez padece de retratar una realidad uniforme y monótonamente desesperanzadora. Aquí Alcázar no es el protagónico, sino un personaje secundario que es cosa seria: corrupto por donde se le vea.


Con violencia, narcomenudeo, prostitución y sodomía, la cinta nos muestra a manera de denuncia la problemática con las fuerzas del "orden" en nuestro país, llenas de gente sin preparación y mal pagada, cuya vida está en riesgo y cuya ocupación fue decidida más por la necesidad que por la vocación. En un sistema en el que hasta para conseguir las herramientas para hacer el trabajo se tienen que dar "mordidas" (y que ni siquiera garantizan conseguir lo deseado) no es difícil creer que cualquiera puede querer pasarse de listo y ver por sí mismo.

jueves, 16 de junio de 2011

La noche


Por recomendación de mi amiga Ana Paula, leí este libro de Juan García Ponce en la versión de Ediciones Era. Publicado originalmente en 1963, consta de tres novelas cortas (aunque tal vez la última sea más bien un cuento extenso). Escritas con una profunda melancolía, me fue inevitable deprimirme mientras las leía.

El libro abre con Amelia, mi favorita de las tres, que narra la historia de un joven matrimonio: su inicio mundano, su progresión romántica y su inevitable degeneración hasta fondos insospechados. Todo esto visto en retrospectiva y con gran arrepentimiento.

Después sigue Tajimara. El título hace referencia al nombre de un poblado en donde el narrador vive distintas cosas. Nos habla de un amor de la adolescencia que nunca fue y del reencuentro de ambas partes varios años después, que ocasiona se vean envueltos en una relación conflictiva y desgastante que tampoco tiene posibilidades de funcionar.

Por último, el relato que da nombre al libro, La noche. El principio me recordó la narrativa de Lovecraft, con su visión fatalista de la realidad. Un hombre empieza a espiar accidentalmente a su vecina y se ve arrastrado a una existencia mundana y por esto mismo sórdida. Al enfrentarse a un mundo insípido y sin ilusiones, se da cuenta de que él mismo siempre había formado parte de él pero no quería reconocerlo.

A continuación transcribiré las últimas líneas de cada relato. No se preocupen, no les arruina la historia ni nada, simplemente me pareció que tienen mucha fuerza:

Nunca hablamos de Amelia; pero cuando estoy solo, la recuerdo y a veces descubro que todavía, por las noches, extraño el calor de su cuerpo, su sonrisa, su mirada después de hacer el amor. Entonces, pienso que es extraño que jamás descubramos el sentido de nuestros actos, y sin embargo, en una forma u otra, siempre seamos responsables de ellos. (Amelia)

Caminé sin rumbo y sentí dentro de mí el vacío de la tarde que empezaba sin Cecilia. El sentido de la historia es lo de menos; mientras la escribía sólo tenía presente la imagen de Cecilia. Jamás podremos olvidarnos de nosotros mismos y nuestros problemas envuelven a los demás y los deforman. (Tajimara)

Durante dos meses la vida transcurrió igual que siempre, aparentemente monótona, aparentemente apacible. Luego supimos que Beatriz había sido internada en un sanatorio. Hubiera querido compartir su alto destino. (La noche)

In the Shadow of No Towers


Lo hemos visto/escuchado/leído hasta el cansancio: el once de septiembre de 2001, dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York como parte de un ataque terrorista de Al-Qaeda contra los Estados Unidos. Entonces, ¿por qué hacer un comic al respecto? Y más importante aún, ¿por qué leerlo?

La primera lámina completa.

La respuesta sencilla al segundo cuestionamiento es: porque el artista responsable de este trabajo es nada menos que Art Spiegelman, quien ganó notoriedad (y el premio Pulitzer en 1992) por Maus, el comic semi-autobiográfico que relata la relación con su padre Vladek y las vivencias de éste durante la Segunda Guerra Mundial. Como un artista serio y con experiencia en retratar temas profundos con una gran humanidad, es una garantía de calidad.

Detalle de la primera lámina, explicando el temor de un ataque posterior.

La primera pregunta la responde Spiegelman: la idea era plasmar el suceso a través de su perspectiva personal, sin repetir las imágenes vistas ad infinitum sino mostrando las captadas por sus propios ojos, al nivel de la calle, rodeado de gente corriendo. También retrata sus pensamientos, los intentos frenéticos de Art y su esposa por encontrar a su hija en la escuela para ponerla a salvo, las reacciones disímiles entre el público de a pie: algunos solamente se quedaban mirando, cual turistas; el director de la escuela anunció que, debido a las "condiciones inusuales del día," ningún alumno podría salir a lunch; algunos jóvenes comentaban emocionados los sucesos; un artista en la calle intentaba capturar los hechos sobre su lienzo. Más que nada, de manera subyacente refleja la inquietud e incertidumbre sufrida por los neoyorquinos, los cuales sólo estaban a la espera de otro ataque.

El autor, atrapado entre dos frentes que no lo representan.

Una de las imágenes más poderosas plasmadas por el autor es la del "esqueleto" de una de las Torres, una especie de imagen parpadeante, como el fantasma que permanece de una visión tras su desaparición. Él mismo dice que la vista era algo awesome, es decir, algo asombroso, maravilloso incluso, pero que genera en el espectador un temor reverente. Personalmente puedo decir que experimenté lo mismo cuando, a través de la ventana de mi oficina, pude ver hace casi tres años la explosión del avionazo en que perdió la vida Mouriño: a pesar de la tragedia, el fuego glorioso no dejaba de tener cierta belleza.

Crítica anti-guerra.

Pero no sólo se queda en esto el comic, conforme avanza empieza a cuestionar la manera en que el gobierno de George W. Bush usó el ataque como pretexto para arrancar su guerra del petróleo, la falta de atención a los neoyorquinos damnificados que tenían que respirar un aire de alta toxicidad y a cambio solamente les ponían leyes anti-tabaco, las posibles conspiraciones, la incompetencia de los medios de comunicación. Y todo esto mucho antes del descontento generalizado contra el gobierno, antes de que se pusiera "de moda" criticar a Bush.

El artista, exasperándose ante los trucos de los medios

El libro consta de una serie de diez "tiras" a la manera en que se publicaban los comics en sus inicios. Cada "tira," o más bien lámina, tiene un tamaño de aproximadamente cincuenta centímetros de alto por veintiséis de ancho, como las que se publicaban en los periódicos a principios del siglo pasado. Con esto en mente, Spiegelman rinde homenaje a varios de los personajes de esas tiras primigenias, como los Katzenjammer Kids, el infame Yelow Kid y Krazy Kat & Ignatz, entre otros. De igual modo, el libro reimprime algunas de estas tiras clásicas, las cuales aún tienen vigencia y que incluso tienen una resonancia especial con el atentado del 9/11.


La portada del comic usa el arte que Spiegelman aportó al número veinticuatro de la revista The New Yorker, su edición posterior al ataque en 2001. Con un par de torres negras sobre fondo negro, puede leerse de diversas formas.

miércoles, 15 de junio de 2011

Vete más lejos, Alicia

(Elisa Miller, México, 2010)

Tras haber ganado la Palma de Oro en Cannes por su cortometraje Ver llover en 2007, y contando con el apoyo de Fernando Eimbcke, las expectativas para esta película eran elevadas. Por ende, la decepción fue aún mayor.

El día del estreno, el esposo de la directora hizo una breve presentación en la que comentó que, en cierto momento de la realización, "no sabíamos hacia dónde íbamos con esta película." Y se nota. Recurrir a la improvisación sólo funciona si eres un genio como John Cassavetes (Faces, Estados Unidos, 1968) o si eres un director consagrado que ya domina las técnicas del cine convencional a la perfección como Mike Leigh (Happy-Go-Lucky, Reino Unido, 2008). De lo contrario, sólo te expones a hacer el ridículo.

Alicia, una joven mexicana de diecinueve años, de clase alta y situación familiar estable, decide irse a Argentina por varios meses porque "no conozco la nieve." Estando allá pasea incesantemente, hace amistades, comienza una vida sexual de promiscuidad, se siente sola y desesperada porque extraña a su familia (aunque tiene boleto de regreso y los volverá a ver con toda certeza) y decide, como indica el título, irse más lejos. Pero llega hasta Calafate, no al autoproclamado fin del mundo en Ushuaia.

Siendo el español una lengua con tanta riqueza de palabras, es lamentable cuando para expresar la tristeza, el desamparo, la desolación y la imposibilidad de comunicarse con otras personas se recurre a las infames líneas "está cabrón... está muy cabrón." ¿En serio? ¿No podían esforzarse un poco más? Además, me molestan las películas que muestran a una juventud generalizada que se dedica a tener sexo y consumir drogas, como si no hubieran otras cosas que hacer cuando se es joven.

Si a todo esto le agregamos unas metáforas demasiado a la cara, el resultado es por demás fastidioso. A pesar de durar poco más de una hora, me vi deseando que terminara desde la mitad y hasta me puse a platicar, de tan aburrido y frustrado que me tenía.

Versus: La alegría de vivir, México lindo y El trabajo


Hay muchas cosas de las que tenemos que quejarnos, muchas cosas que nos tienen inconformes en este mundo. Por este motivo, Tumbona Ediciones lanzó una colección de ensayos a la vez profundos y jocosos para denunciar algunos de los males de nuestra sociedad contemporánea. En doce rounds, que pueden leerse en cualquier orden y no tienen relación unos con otros, una amplia selección de autores nos proponen distintos puntos de vista para contradecir a la mayoría. Ana Paula me prestó tres de estos libros: me gustaron tanto que en cuanto la vea le pediré me preste más.


Este autor neoyorquino inaugura la colección con sus quejas en contra de aquellos que disfrutan tanto de los goces de la vida... que le dan una apariencia de falsedad a sus actividades. El mentado joie de vivre, el disfrute del queso y los vinos (tan gustados por los hipsters de hoy en día), los ancianos llenos de vitalidad a los cuales pareciera que hay que admirarles el simple hecho de haber alcanzado cierta edad (a lo cual yo equiparo a la gente que considera que tener un hijo es un logro en sí mismo), las reuniones sociales en las cuales se habla de todo sin hablar de nada (en las cuales el qué dirán tiene un gran peso).

También reflexiona en lo parecido de esta alegría desmedida con la desesperación propia de alguien depresivo y cuestiona la tendencia a vivir siempre en el momento actual negando pasado y futuro. Por último, se va al plano personal para hablar del aspecto sexual en la búsqueda de la auténtica felicidad y termina por cuestionarse si su enojo contra la gente aparentemente feliz no se debe a una cierta envidia, motivada por la sospecha de que ellos descubrieron a algo que a él se le escapa. De cualquier forma, termina por descartar esa posibilidad y cierra su ensayo escribiendo:

Hasta aquí la joie de vivre. Es demasiado compensatoria. No sé qué espero en realidad. Sé que sólo hasta haber obtenido lo que quiero de esta vida mis manifestaciones de gratitud y alegría estarán restringidas a las variaciones en la acechanza de un cazador. Doy gracias al aroma que clarifica el olfato. Pero considero hipócrita simular satisfacción mientras continúe hambriento.


De ahí me salté al round 11, donde diversos autores despotrican contra las preconcepciones del mexicano promedio. Héctor J. Ayala, desde el exilio autoimpuesto, derriba sistemáticamente los componentes del "color local": el malinchismo, la buena educación (más bien amaestramiento), la unión familiar, la religión, la moralina, la fiesta, las letras (nunca exentas de esnobismo) y el patriotismo. Eduardo Huchín cuestiona la defensa de las artesanías "típicas" por la sola razón de ser hechas en México y por considerarse estas representativas de algo que es atípico en la mayoría de los mexicanos. Luis Vicente de Aguinaga nos presenta un diálogo platónico que de manera ingeniosa destruye la noción del ingenio del mexicano, mostrándola como lo que es: una mezcla de pendejez y "ladinería."

Lobsang Castañeda recurre a un lenguaje muy elevado para atacar al arraigado espíritu del machismo, intentando más bien encontrar sus puntos débiles que una solución permanente (la cual se le antoja imposible). Brenda Lozano arremete contra la figura paterna, tan presente y fundamental en la tradición de este país paternalista; a través de su emotivo ensayo nos demuestra que para estar contra el padre, también se debe conocerle y amarle. Por último, José Israel Carranza hace lo propio al quejarse de esa costumbre de crear muchedumbres para sentirnos más mexicanos, sólo por celebrar que somos mexicanos, cuestionando la "diversión" que dichas situaciones brindan en realidad.


Para terminar (por ahora), leí el último libro de la colección. Este incluye ensayos de distintas épocas que enaltecen el ocio y el descanso y contradicen la tendencia actual de vanagloriar al trabajo sin descanso. Desde la antigua Roma, Lucio Anneo Séneca diserta sobre aquellos que se la pasan ocupados, incluso algunos falsos ociosos. Samuel Johnson aporta, extraídas de su columna El ocioso, un par de reflexiones sobre qué significa realmente ser un ocioso y del esfuerzo que esto implica. El tan citado Friedrich W. Nietzsche combate a los apologistas del trabajo, rememorando aquellos tiempos en que era vergonzoso tener que trabajar y la sociedad veía bien a quien nunca se veía en tan penosa necesidad, exactamente al revés que en nuestros ajetreados días.

Bertrand Russell, creador de la filosofía utilitarista, elogia la holgazanería al plantear un esquema en el que es más que factible reducir la jornada laboral a la mitad, conservando el mismo nivel de productividad gracias a los avances tecnológicos y generalizando más ampliamente el nivel de bienestar de la población. Theodor W. Adorno colabora con una intrincada descripción de la problemática de intentar llenar nuestra vida con pseudoactividad para llenar nuestros tiempos muertos, sin darnos cuenta de que esta misma búsqueda incrementa el estrés que la genera. El libro cierra con broche de oro, con un brevísimo ensayo del rumano E. M. Cioran, el cual transcribiré a continuación:

LA MALDICIÓN DEL TRABAJO

Los hombres trabajan demasiado para ser ellos mismos. El trabajo es una maldición que el hombre ha convertido en un placer. Trabajar sólo por el trabajo mismo, disfrutar una labor sin recompensa, imaginar que puede uno sentirse pleno gracias al esfuerzo asiduo -todo eso es asqueroso e incomprennsible. El trabajo permanente e ininterrumpido adormece, trivializa y despersonaliza. El trabajo desplaza el centro de interés del hombre de lo subjetivo a lo objetivo de loas cosas. En consecuencia, el hombre ya no se interesa por su propio destino, sino que se enfoca en los hechos y las cosas. Lo que debería ser una actividad de transfiguración permanente se convierte en un medio para exteriorizarse, para abandonar el yo interior.
   En el mundo moderno, el trabajo se ha convertido en una actividad puramente externa; el hombre no se hace a sí mismo a través de ella, hace cosas. Que cada uno de nosotros debamos tener una carrera, debamos acceder a un cierto tipo de vida que probablemente no nos acomoda, ilustra la tendencia del trabajo a adormecer el espíritu. El hombre ve el trabajo como algo benéfico para su ser, pero su fervor revela su inclinación por el mal. En el trabajo el hombre se olvida de sí mismo; aún así, su olvido no es simple e inocente, sino más parecido a la estupidez. A través del trabajo, el hombre ha mudado de sujeto a ser objeto; en otras palabras, se ha convertido en un animal deficiente que ha traicionado sus orígenes. En lugar de vivir por sí mismo -no de manera egoísta sino creciendo espiritualmente- el hombre se ha convertido en el malogrado e impotente esclavo de la realidad exterior. ¿A dónde se han ido el éxtasis, la visión, la exaltación? ¿Dónde está la suprema locura o el genuino placer del mal? El placer negativo que uno halla en el trabajo contribuye a la pobreza y la banalidad de la vida diaria, a su mezquindad. ¿Por qué no abandonar este trabajo fútil y comenzar de nuevo sin repetir el mismo y oneroso error? ¿No es acaso suficiente con la conciencia subjetiva de la eternidad? La percepción de la eternidad es lo que la actividad frenética y el carácter trepidante del trabajo ha destruido en nosotros. El trabajo es la negación de la eternidad. Entre más bienes adquirimos en el reino de lo temporal, y más intenso es nuestro trabajo externo, menos accesible y más alejada estará la eternidad. Por eso la limitada perspectiva de la gente activa y energética, por eso la banalidad de su pensamiento y sus actos. No estoy contrastando el trabajo con a contemplación pasiva o con las ensoñaciones vagas, sino con una transfiguración irrealizable; de cualquier modo, prefiero una pereza inteligente y observadora a una actividad intolerable y terrorífica.
   Para despertar en este mundo moderno uno debe elogiar la pereza. El perezoso tiene una percepción mucho más aguda de la realidad metafísica que la que tiene el activo. Me atraen las distancias lejanas, el inmenso vacío que proyecto en el mundo. Una sensación de vacuidad crece en mí; infiltra mi cuerpo como un ligero e impalpable fluido. En su avanzar, como una dilación hacia el  infinito, percibo la misteriosa presencia del más contradictorio de los sentimientos que hayan habitado jamás el alma humana. Estoy a un tiempo feliz y triste, exaltado y deprimido, sobrecogido tanto por el placer como por la desesperación en la más contradictoria de las armonías. Estoy tan alegre y al mismo tiempo tan entristecido que mis lágrimas reflejan al mismo tiempo el cielo y la tierra. Si tan sólo fuera por la felicidad de mi tristeza, desearía que no hubiera muerte en esta tierra.